"La gente le tiene mucho miedo a adoptar a una mascota en condición de discapacidad", lo dice Tata Céspedes, quien se hizo cargo de Angelito.
Este gatico nació con una condición congénita que afectó su columna vertebral y le atrofió las paticas traseras. Pocos apostaban por él.
Incluso, en tres veterinarias le aconsejaron a Tata sacrificarlo. Pero ella no estaba dispuesta a hacerlo, pues veía en sus ojos las ganas de vivir y gozar la vida.
Así que, con ayuda de un veterinario que creyó en este animalito, se propusieron rehabilitarlo. Cremas, pañales, masajes y mucho cariño, eso ha necesitado.
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También le crearon una especie de silla de ruedas para que pudiera moverse libremente. Ahora es un gato como cualquier otro, inquieto y curioso.
La eutanasia solo debe considerarse cuando el animalito está en una condición realmente lamentable e irreversible. De resto, no. Ellos, las mascotas, jamás nos abandonarían si tuviéramos alguna discapacidad.