Vicente Fernández y María del Refugio Abarca son ejemplo de un amor inquebrantable y duradero. Desde que eran muy jóvenes, Doña Cuquita flechó el corazón del Charro de Huentitán.
Vicente Fernández se topó con la “chaparra caderona” durante un viaje de regreso a su pueblo y, tras preguntar, se enteró que era la hermana de un amigo de la infancia. Cautivado, el cantante mexicano decidió abordarla en la iglesia y, una vez finalizó el sermón, le obsequió una flor de laurel.
Luego, se la llevó para los Tres Potrillos, el rancho de su familia, y allá le preguntó si deseaba ser su novia. María del Refugio le contestó que la respuesta se la daría al domingo siguiente y, al final, le dijo que sí.
Sin embargo, los constantes viajes de Vicente Fernández le impedían compartir lo suficiente con su amada, por lo que le dijo que mejor se buscara a otro novio, pues no quería quitarle tiempo.
Publicidad
Pero eso fue de dientes para afuera. Una vez, cuando Chente volvió a visitar a Doña Cuquita y ambos regresaban de una cita, se encontró a un joven en la puerta de la casa de ella, quien, apenada, le dijo que era su novio.
Vicente Fernández reaccionó y le manifestó que tenía diez minutos para terminarle, porque el 27 de diciembre se iban a casar. Eso fue en 1963 y, por supuesto, en esa fecha, que surgió de manera espontánea, se casaron.
Publicidad
De ese profundo amor, llegaron cuatro hijos: Vicente Jr., Alejandro, Gerardo y Alejandra. Los dos primeros siguieron los pasos de su padre. El próximo 27 de diciembre se cumplen 58 años de esta unión inquebrantable.