El amor es paciente, bondadoso, no es envidioso, ni jactancioso, ni orgulloso, el amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad, y de esto dan fe Jennifer Lopez y Ben Affleck, quienes desde el pasado sábado 16 de julio son marido y mujer.
Pasaron casi dos décadas, en las que, en secreto, este amor parecía imposible, pero ellos, sin que nadie lo supiera, continuaban en contacto.
La primera vez no funciono. En 2002, cuando fueron los célebres ‘Benifer’, Affleck le dio a Lopez un gran anillo con un diamante de 6.1 quilates en su compromiso, pero cancelaron abruptamente su boda en 2003 y se separaron unos meses después. Noviazgo tan mediático, que la misma prensa se encargó de arruinarlo todo.
Y casi 20 años después, cuando JLo había pasado por tres matrimonios y dos hijos y Ben se había casado con Jennifer Garner y tenía tres hijos, la llama del amor revivió.
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Esa vez en silencio, como en una película, volaron a la ciudad de Nevada en Las Vegas para obtener una licencia de matrimonio y casarse. Ocurrió en la famosa capilla Little White Wedding y los testigos fueron los hijos de ambos.
“Al final fue la mejor boda que podríamos haber imaginado. Una que soñamos hace mucho tiempo y que se hizo realidad por fin”, comentó la cantante.
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Una boda sin bombos ni platillos, pero sí con una roca de diamante y con mucho amor.