El músico británico acusó a su excompañero por no permitirle usar la página web y las cuentas de la banda para promocionar su propio trabajo.
"No hay nada sobre mí en la web. David Gilmour me ha prohibido el acceso al sitio web", afirmó Waters en un vídeo publicado en su cuenta de Instagram.
"David (Gilmour) cree que le pertenece (...) Creo que piensa que porque dejé la banda en 1985 él es el dueño de Pink Floyd, que él es Pink Floyd y que soy irrelevante y debería mantener la boca cerrada", agregó.
Según contó a la revista Rolling Stone, Waters se reunió el año pasado con Gilmour y el baterista del grupo, Nick Mason, para tratar de superar sus desavenencias, pero el intento fracasó, como recordó en el vídeo.
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“Hace un año, convoqué una especie de Camp David para los miembros sobrevivientes de Pink Floyd en un hotel de un aeropuerto de Londres, donde propuse todo tipo de medidas para superar este terrible punto muerto y la situación difícil en que nos encontramos, pero lamento decir que no dio fruto", contó.
El vocalista y compositor esgrimió que considera "justo y correcto" que todos los miembros de la banda puedan tener "el mismo acceso" para compartir sus proyectos con los "30 millones" de personas que se suscriben a la web.
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En la pasada edición del Festival de Venecia, Waters presentó el documental ‘Us+Them’, proyectado fuera de competición, que muestra un concierto ofrecido en Ámsterdam en 2018, durante su gira mundial, en la que hizo sonar los temas más conocidos de la banda de rock y de su último trabajo en solitario, ‘Is this the life we really want?’ (2017).
Waters dejó Pink Floyd en 1985 para actuar por su cuenta y emprendió entonces una batalla legal para evitar, sin éxito, que Gilmour y Mason usaran el nombre de la banda.
Tras este intento fallido, Pink Floyd lanzó el álbum ‘A Momentary Lapse of Reason’ en 1987 y llenó estadios en los años noventa.
En 2013, Waters lamentó haberse querellado contra sus colegas en una entrevista con la BBC.
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