El pintor, dibujante y escultor Fernando Botero, nacido en Medellín hace 91 años, falleció en el principado de Mónaco, donde pasó sus últimos años. Hacía cinco días había desarrollado una pulmonía.
En 2006, en la revista Diners, el maestro habló, sin que se le preguntara, de la muerte.
"Lo más terrible de la idea de la muerte para un artista es saber que no podrá pintar más. Yo quiero morir como Picasso, que a los 93 años, después de pintar un cuadro -malísimo como los que hacía al final-, se fue a cepillarse los dientes a las dos de la mañana y cayó muerto. Los pintores nunca nos jubilamos", dijo en ese entonces.
Y aunque no logró llegar a los 93 años, hizo lo posible con seguir haciendo su arte hasta los últimos días de su vida.
Lina Botero, en diálogo con Blu Radio, contó que su “papá estaba ya delicado de salud, llevaba ya varios años con un párkinson, no un párkinson que tiembla, sino un párkinson rígido, y eso le dificultaba caminar, le dificultaba comunicarse y le dificultaba también tragar, y desarrolló una pulmonía”.
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“En los últimos cinco días comenzó a toser, el sábado cuando regresamos del estudio estaba muy cansado, el domingo no fue al estudio y realmente llegó un momento en que se le estaba dificultando muchísimo respirar. Lo llevé al hospital y afortunadamente le dieron la atención que él merecía y, bueno, mi papá murió tranquilamente”, indicó sobre el maestro Fernando Botero.
El escultor colombiano murió cuatro meses después de que se fuera su gran amor, la artista griega Sophi Vari,
que batalló contra un cáncer de ovario.
Lina Botero recordó que Fernando Botero “descolgó cuadros de su casa" y lo que ella le comentó en alguna ocasión.
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"Yo en un momento le dije ‘papá, ¿por qué no dejas por lo menos estas cuatro obras que están acá, que están en las paredes de tu casa? Regala todas las demás, pero deja esto’. Y me dijo ‘no, porque si un regalo no le duele a uno, no es buen regalo’. Y esa frase me quedó para siembre grabada en la memoria”, afirmó.
Y resaltó que su papá “entregó la totalidad, sus paredes las dejó completamente vacías, y así las dejó, con la puntilla en la pared durante muchos años y él quería que así fuera, porque, cuando hacía algo, lo hacía de una manera total, contundente y entregada”.