El actor bogotano Rafael Zea estaba viviendo todo un sueño cuando grababa su primera escena de la serie ‘Cien años de soledad’, inspirada en el libro homónimo de Gabriel García Márquez. Pero un inesperado “amigo” lo distrajo durante el rodaje, nada más y nada menos que un alacrán.
En conversación con el programa La Red de Caracol Televisión, el actor contó: “Estábamos en Ibagué (departamento del Tolima) rodando, más o menos a las 11:00, casi casi 12:00 de la noche, estábamos en un bosque grabando esa primera escena de mi personaje y comenzamos a hacer la escena cuando dicen ‘acción’, sentí una picadura fuertísima, como si me metieran una aguja caliente”.
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El actor jamás pensó que se tratara de un alacrán, sino de una hormiga, por eso decidió no cortar la escena. Luego, Zea detalló que “di tres pasos más, estaba ahí con el personaje cuando, de repente ‘pin’, otro chuzón, y ya cuando estábamos a punto de terminar la escena ya entró el tercero (chuzón) y me lo puso casi acomodadito ahí en los testículos”.
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Ante el dolor e incomodidad, las mujeres del vestuario lo sacudieron para ver si la supuesta hormiga salía, pero “nos mirábamos y no había nada. Ya hubo otro chuzón y ya fue más duro. Entonces, les dije: ‘no, ahí está la hormiga’, y me quité los pantalones”.
Enfermeras lo revisaron para evitar que se complicara la situación
Cuando se percataron de que se trabaja de un alacrán, llegaron las enfermeras de la producción y le empezaron a preguntar: “¿Cómo estás? ¿Cómo está la lengua? ¿Tienes fiebre? Yo lo único que sabía es que yo estaba muy feliz de estar ahí grabando mi primera escena y les decía: ‘esperen. Tranquilos que yo estoy bien. Me arde normal, entonces deme una cremita como para el ardor”.
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Las enfermeras no querían que él siguiera grabando, sino que se fueran para un centro médico, a lo que él les respondió: “Esperen, yo no soy pendejo. O sea, si yo siento que me está dando algo yo les voy a decir a ustedes”.
Para evitar que le siguiera doliendo, “me aplicaron la crema y me fui a grabar feliz mi otra escena. Esa noche terminamos como ya en la madrugada, yo estaba feliz, con los huevos hinchadisimos. Fue muy macondiano, fue muy realismo mágico, y todo el mundo: ‘vea, ahí viene el de los huevos de alacrán. Entonces fue bellísimo para mí, fue muy especial”.
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