
Embajador de Francia, un enamorado de las empanadas colombianas y el vallenato

Advertisement
Advertisement
Advertisement
Advertisement
Gautier Mignot confiesa que no le gusta el chicharrón, que quedó fascinado con la Guajira, Nuquí y Guaviare y que no puede pronunciar la palabra aborrajado.
Conoce a Colombia más que cualquier colombiano, es un enamorado de este país, habla perfecto español, está comprometido con varios proyectos sociales, es un gran conocedor de la salsa y el vallenato, está casado con colombiana, es diplomático de carrera y maneja una de las embajadas más activas y protagónicas: la de Francia.
Gautier Mignot pareciera embajador de Colombia ante el mundo.
Se siente orgulloso de llevar en sus venas la sangre de estas tierras, pues su bisabuelo es colombiano.
Confiesa que lo que más le gusta del país es su gente y que le cuesta pronunciar palabras que lleven las letras j y doble r en una misma oración, como aborrajado, plato típico del Valle del Cauca.
Si de turismo se trata tiene sus tres destinos favoritos. Describe a la Guajira como “espectacular”, la costa Pacífica, en especial Nuquí, como una “belleza” y quedó fascinado con el Guaviare.
Su plato típico favorito son las empanadas, de carne o queso, y no puede con el chicharrón
“Eso se lo dejo a mi esposa que le encanta”, admite.
Le encanta el vallenato, pues representa una mezcla cultural y su canción favorita es Jaime Molina, que conoció gracias a Carlos Vives.
Para el embajador francés, Colombia es más que narcotráfico, por eso invita a quienes no la conocen que se informen y dejen de ver series tipo ‘Narcos’.
En Bélgica, la restauración de una obra renacentista del siglo 15 provocó más asombro que admiración.
Se trata de “La adoración del cordero místico” de los hermanos van Eyck.
La obra restaurada en la que expertos le quitaron varias capas de pintura para descubrir la pieza original: un cordero con expresión de humanoide.
El artista venezolano, Elías Crespín, es el primer latinoamericano en exponer en el museo de Louvre de París.
La obra cinética armada con 128 tubos suspendidos se instaló en el techo del museo. Crespín estudió informática y su conocimiento lo aplica en las artes plásticas.