Conozca la historia de un manizaleño que lleva casi 60 años evocando lo mejor de este género en un bar que montó en la capital del Valle del Cauca.
De norte a sur, sobre una esquina en la popular calle 5, los tangos de Carlos Gardel guardan un lugar muy especial en la vida de Dagoberto Hernández.
Dagoberto es un melómano que, desde pequeño, soñó con tener una taberna en la que el tiempo se detuviera para evocar los mejores tangos de la historia. “Mi pensamiento era tener 100 discos de tangos”, dice.
A sus 26 años estaba logrando su objetivo. Un bar al que bautizó Gran Buenos Aires en el barrio obrero de Cali, con el tiempo se trasladó y ya lleva 33 de sus 83 años en el barrio Libertadores.
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“Me siento muy orgulloso, me pongo a la orden y el tema que quiera oír, con mucho gusto. Del país que sea, ahí está”, asegura.
‘Dago’ como le dicen sus clientes y amigos, conserva una envidiable colección de discos que crece cada día. Están todos los géneros, menos guascas.
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“He tratado de contarlos y me canso”, afirma ‘Dago’, al anotar que no paga más de 20.000 pesos por cada disco que logra adquirir.
Su pasión está arraigada a los más nostálgicos tangos y, como buen melómano, sabe perfectamente dónde buscar sus favoritos. “Hay discos desde 1905 de 78 revoluciones. Más de 100 años”, señala.
En un pasillo que mide unos ocho metros de largo, los discos van desde el piso hasta el techo y están organizados alfabéticamente por intérprete.
Así, entre discos se la pasa todos los días Dagoberto, quien asegura que la música argentina es su favorita.
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