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Su amigo de infancia lo secuestró, lo mató y pidió $120 millones: “La idea era soltarlo”
Nicolás Ayala, de 20 años, fue secuestrado en 2020 por su amigo de infancia, quien exigió $120 millones por su rescate. Su padre luchó por reunir el dinero, pero la tragedia fue inevitable.
Nicolás Ayala desapareció el 18 de agosto de 2020, una llamada extorsiva alertó a su familia y a las autoridades
La familia de Nicolás Ayala, un joven de 20 años, sufrió una verdadera tragedia cuando, el 18 de agosto de 2020, su padre recibió una llamada telefónica en la que le informaban sobre el presunto secuestro de su hijo.
Para su liberación, los secuestradores exigieron la exorbitante suma de 120 millones de pesos, una cantidad inalcanzable para la familia de la víctima. Los hechos ocurrieron en el municipio de Lebrija, en Santander.
En medio de la desesperación, el padre de Nicolás Ayala alertó a las autoridades con la esperanza de que todo fuera una falsa alarma.
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“La persona que monitoreaba la línea me informó que recibió la llamada de un ciudadano del municipio de Lebrija, quien manifestó haber recibido una llamada en la que le aseguraban tener retenido a su hijo. El secuestrador se identificó como ‘Comandante Juaco’ de las Águilas Negras”, afirmó el intendente Misael Espitia.
Tras la investigación, la Policía descubrió que Nicolás Ayala era un joven soñador, trabajador y responsable, sin antecedentes de conflictos ni enemistades. Por el contrario, era querido por su comunidad y apreciado por quienes lo conocían.
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“Yo le dije: ‘no entiendo por qué usted secuestra a un hijo de un camionero, por qué eligió a mi hijo si yo no tengo dinero’”, contó Carlos Ayala, padre de la víctima a El Rastro.
El día de los hechos, Nicolás Ayala había asistido a su trabajo como conductor de un motocarro en una empresa conocida por su padre. Pocas horas después, Juan Manuel Morales, administrador de la entidad, recibió una llamada alertando sobre un vehículo abandonado cerca de la escuela de Lebrija, sin rastro de su conductor.
Al lugar llegaron familiares, amigos y el jefe de Nicolás, quienes notaron un detalle crucial: dentro del motocarro se encontraban los dos teléfonos móviles de la víctima.
En 2020, Nicolás Ayala, de 20 años, fue secuestrado por su amigo de infancia.
El Rastro
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Las autoridades analizaron la llamada del servicio que Nicolás Ayala había atendido y, al mismo tiempo, rastrearon las llamadas extorsivas que recibió su padre. “Hallamos que la ubicación de esa llamada había sido cerca del peaje de Lebrija, lo que establecía que sí estaba por el sector”, dijo el intendente.
Rastros claves en la investigación
En ese momento, debido a la elevada suma de dinero exigida, las autoridades descartaron la participación de un grupo armado y concluyeron que se trataba de delincuencia común. Alguien intentaba aprovecharse del padre de la víctima.
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Mediante una indagación selectiva en la base de datos, el Gaula logró detectar las SIM cards vinculadas a los dispositivos telefónicos utilizados para realizar las llamadas extorsivas. La investigación permitió establecer que una de las líneas pertenecía a Ricardo Jaimes Garavito.
Este sujeto era conocido por la familia de Nicolás Ayala, ya que Carlos, el padre del joven, en alguna ocasión había rentado uno de los pisos de su casa a la hermana de Ricardo, Yaneth Jaimes, y a su sobrino, Yesid Sanabria, un joven de la misma edad que Nicolás y amigo de la infancia.
Las autoridades siguieron de cerca los movimientos de Ricardo Jaimes y descubrieron que poseía un vehículo de transporte y una motocicleta. De inmediato, analizaron las cámaras de seguridad para trazar su recorrido y obtener pistas clave sobre su posible implicación en el caso.
Cuatro días después del secuestro, Carlos Ayala hizo todo lo posible por reunir el dinero exigido para el rescate de su hijo, vendiendo lo que tenía a su alcance. A pesar de sus esfuerzos, solo logró conseguir 25 millones de pesos. En una de las conversaciones con los secuestradores, recibió una amenaza contundente: “De aquí en adelante, lo que le pase a su hijo, si muere, será por su culpa, por su negligencia y por no cumplir con la palabra”. En el intento de negociar bajaron la suma a 80 millones de pesos.
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Un video enviado por los secuestradores se convirtió en una pista clave para determinar el posible paradero de Nicolás Ayala. En la grabación, el joven aparece visiblemente angustiado, con lágrimas en el rostro, suplicando a su padre que haga todo lo posible para salvarlo y que no lo deje morir. Las autoridades identificaron que él se encontraba en una zona boscosa.
Un video enviado por los secuestradores se convirtió en una pista clave para determinar el posible paradero de Nicolás Ayala.
El Rastro
Gracias al análisis continuo de las cámaras de seguridad, las autoridades lograron identificar la ubicación desde donde se realizaron las llamadas extorsivas, así como la posible implicación de Ricardo Jaimes en el secuestro. Se confirmó que él era quien conducía la motocicleta utilizada en los desplazamientos. Sin embargo, aún quedaba una pregunta clave por resolver: ¿quién estaba a cargo de vigilar a Nicolás Ayala?
La investigación reveló que el teléfono móvil de Yesid Sanabria estuvo en los mismos lugares donde se encontraba su tío, Ricardo Jaimes, en momentos clave. Esta evidencia reforzaba la hipótesis de que Yesid no solo estaba involucrado, sino que era coautor del secuestro de Nicolás Ayala.
El 15 de octubre de 2020 se realizó la captura de Ricardo Jaimes y su sobrino, Yesid, por los delitos de secuestro extorsivo y homicidio.
El 15 de octubre de 2020 se realizó la captura de Ricardo Jaimes y su sobrino, Yesid Sanabria, por el secuestro y homicidio de Nicolás Ayala.
El Rastro
Un equipo de El Rastro habló con los señalados por el crimen, obteniendo impactantes confesiones sobre los hechos. “Recibí la llamada de Ricardo y me dijo que tenía unas cosas por hacer, que sí podía ayudarle. Quería secuestrarlo por plata. La idea era secuestrarlo y pedir el rescate por él. Después la idea era soltarlo”, reveló Yesid Sanabria a la periodista.
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El cuerpo de Nicolás Ayala fue encontrado en una zona boscosa a las afueras del municipio de Lebrija. Fue Ricardo Jaimes quien reveló la ubicación del cadáver.
El Juzgado Primero Penal del Circuito de Bucaramanga condenó a Ricardo Jaimes Garavito y a su sobrino a 28 años y 6 meses de prisión. Actualmente, ambos cumplen su condena en la cárcel de Palogordo, en Santander.