Las muertes, violaciones y asesinatos a mujeres han sacudido a toda la población de Barranquilla. Ellas, desde hace años, han tenido que soportar el miedo de caer en las manos de criminales como Tomás Manuel Maldonado Cera, un asesino en serie y presunto miembro de una secta satánica en la capital del Atlántico.
Brenda Pájaro tenía 43 años cuando Maldonado atentó contra su vida. A ella, una barranquillera cabeza de familia y madre de cuatro hijos que luchaba por sacarlos adelante, le fue truncada su vida por culpa de este feminicida la noche del 25 de julio de 2018. Durante días de búsqueda, sus hijas mayores aún no perdían la esperanza de encontrarla bien. “Ella sale, le doy un beso, y hasta ahí la vi”, mencionó su hija Linda Durán, al recordar el último momento que vio a su madre.
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Por medio de las grabaciones obtenidas de las cámaras de seguridad de Barranquilla, lograron detectar la última ubicación de Brenda, quien se transportaba en una camioneta blanca junto a un hombre, que una hora después se ve caminando solo de regreso al vehículo. En el norte de la ciudad, en el sector de Miramar, fue encontrado el cuerpo sin vida de Brenda. Unas fuertes marcas en su cuerpo evidenciarían un crimen atroz. Unas estrellas de seis puntas y el número 666 relacionado a la bestia, que se asocia al diablo, estaban marcados en la piel de Brenda, lo que indicaba que estaba envuelta en una especie de secta o ritual satánico por parte del homicida.
A Maldonado, alias ‘El Satánico’, se le vinculó al menos ocho casos de feminicidio, aparentemente relacionados a una secta satánica a la que pertenecería. El perfil de las víctimas era el mismo: madres solteras cabeza de hogar, entre los 40 a 55 años, en la que a todas se le encontraron los mismos patrones hallados en el cuerpo de Brenda Pájaro, es decir, simbología diabólica, signos de violencia sexual y amputación de sus dedos.
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Carlos Ariza recordó en El Rastro a su madre, Yadira Martínez, quien fue brutalmente asesinada por Maldonado. Los hechos ocurrieron en el 2002, cuando su mamá desapareció inesperadamente. El engaño ha sido la perfecta arma homicida para Maldonado, pues, usualmente, enamoraba a sus víctimas y buscaba un momento para estar a solas y cometer su delito.
“Yo tenía dos testigos, que fue la última persona que la vio, que fue el celador y una amiga de mi mamá. Mi mamá hablaba con ella y sí sabía de esa relación”, afirmó Ariza.
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Según las autoridades, este hombre ya venía desde el año 2001 asesinando mujeres y no obteniendo ninguna captura hasta el feminicidio de Brenda Pájaro. Una condena de 46 años de prisión para Maldonado que ha devuelto la calma a las familias víctimas de este feminicida que dejó el dolor, por muchos años, de la pérdida de estas madres de familia.
“Se evidenció una cosificación de la mujer, una supremacía sobre la mujer y posición de dominio, que permitió demostrar al juez que, evidentemente, se trató en este caso de un feminicidio”, confirmó Gustavo Montaña, director seccional de fiscalías de Barranquilla.
Asimismo, la Fiscalía ha analizado el perfil psicológico de Maldonado, pues aparentemente él no muestra ninguna afectación por los hechos cometidos. De la misma forma, los familiares de las víctimas han presenciado que el hombre se ha burlado de su sufrimiento. “Desde la psicología criminal logramos determinar que existe una psicopatía, algunos sentimientos egocentristas que no presenta ningún respeto por la vida, ni por el sufrimiento de los ciudadanos, ningún remordimiento frente a hechos cometidos”, añadió en El Rastro.
Ariza ha podido evidenciar, con satisfacción, justicia por la muerte de su madre. Actualmente, el proceso está en juicio y se ha logrado que el juez impute cargos por delito de desaparición forzada.
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