En Sogamoso, Boyacá, encontraron un cuerpo de Nidia Jazmín González, a quien amigos y familiares recuerdan con una gran sonrisa y una personalidad fascinante. En el municipio todos se preguntaban quién la mató y por qué. Para los investigadores esto no era un accidente. En el 2018, El Rastro buscó las piezas para armar el rompecabezas de esta historia.
El domingo 18 de mayo de 2008 la tranquilidad de la ribera del río Gámeza se vio interrumpida por el cadáver de una mujer. Las primeras investigaciones indicaban que tenía 37 años y que había desaparecido la noche anterior.
Golpes mortales llevaron a identificar al homicida
Nidia había sido brutalmente golpeada. “Se observa que tiene golpes en la cara, cuello, abdomen y en la región de la espalda”, señaló uno de los investigadores. Sus órganos estaban lesionados. Por el tipo de golpes, se creía que los propinó una persona entrenada para generar este tipo de heridas.
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La mujer era madre soltera de dos niñas y tenía un almacén de ropa con el que se sostenía económicamente. Desde muy joven se dedicó a los negocios en Sogamoso y estudió contaduría, pero a pesar de sus éxitos profesionales, no le había ido bien en varios intentos de relaciones.
Nidia en dos oportunidades había intentado formar un hogar, pero no funcionó. En octubre de 2006 conoció a Alirio Castro, un obrero de quien se enamoró profundamente. Todo parecía marchar bien, llevaban un año y medio de relación, pero el 17 de mayo de 2008 todo cambió. No se volvió a saber de ella.
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La última vez que la vieron fue cuando visitó a su madre y señaló que había tenido una fuerte discusión con Alirio y él la amenazó de muerte.
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Nidia Jazmín González fue encontrada muerta en el río. Avisaron a sus familiares tras ser identificada y trasladaron su cuerpo a Medicina Legal. Las heridas de Nidia empezaban a contar una historia, su cuerpo estaba describiendo los rasgos de su asesino.
“Nos llamó la atención en primer lugar el tipo de violencia empleada nos refería a una persona que utiliza el cuerpo como arma, es decir, a una persona que sabe golpear”, señaló el perfilados profesional, Javier Rojas, quien también destacó que se intuía que había una relación entre la víctima y el victimario.
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Cuando los investigadores les señalaron estos hallazgos a los familiares de Nidia, no dudaron en sospechar de Alirio, su pareja sentimental, quien, aseguran, era una persona celosa y posesiva.
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El investigador del caso decidió visitar la casa de Alirio, para su sorpresa, al llegar se encontró con la esposa del hombre. La familia de Nidia asegura que él le había afirmado que estaba en trámites de separación y se quería casa con ella.
La prueba reina del crimen
En la entrevista, la esposa de Alirio dijo que Nidia era la amante y le contó que él era muy agresivo. Antes de retirarse de la vivienda, el investigador vio un diploma de artes marciales en la casa a nombre del hombre.
Castro era cinturón negro en karate, el grado más alto en artes marciales. Esta era la prueba que los investigadores estaban buscando, pues no quedaba duda que Alirio, quien tantas veces había negado su participación en el crimen, efectivamente era el principal sospechoso de Nidia.
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Además de esta prueba reina, se descubrió que la mujer había sido golpeada antes y los impactos eran similares a los que le causaron la muerte. Se expidió la orden de captura para Alirio Castro el 29 de julio de 2009.
Alirio fue detenido cerca de su residencia y luego fue llevado a la cárcel de Sogamoso. No aceptó cargos por homicidio y decidió irse a juicio. Las pruebas no fueron suficientes y fue declarado inocente, por lo cual quedó inmediatamente en libertad.
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La Fiscalía sacó todas sus armas para reversar la libertad de Alirio y solicitó a una instancia superior, el tribunal de Santa Rosa de Viterbo que revisará nuevamente el proceso. El 5 de julio de 2011 y después de 8 meses de nuevas deliberaciones y revisar cada una de las pruebas de la Fiscalía, el tribunal decidió condenarlo a 33 años y nueve meses de cárcel por el delito de homicidio.
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