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La cruda verdad detrás de la desaparición de madre e hijo de 4 años en Santander

La desaparición de Irene Pérez y su hijo Juan Diego, de 4 años, sacudió a la comunidad de Mata de Guadua, en Santander. La investigación reveló un atroz crimen en 2017.

Desaparición en Santander
Dos testimonios de vecinos fueron claves para dar con el paradero del asesino de Irene Pérez y su hijo de 4 años.
El Rastro

El 17 de marzo de 2017, la desaparición de Irene Pérez y su hijo Juan Diego, de 4 años, conmocionó a los habitantes de la vereda Mata de Guadua, en Santander.El Rastro investigó quién estaría detrás de este atroz crimen.

Irene Pérez conoció a Arfilio Franco, un campesino que la contrató para que le ayudara con algunas labores en la finca. Ambos terminaron involucrándose sentimentalmente y, fruto de ese amor, nació su hijo Juan Diego, seguido de Edinson, quien padecía vitíligo.

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El día de los hechos, Arfilio había salido de casa para asistir a una cita médica con su hijo menor, de 2 años, en Bucaramanga. Mientras tanto, Sebastián, el hijo mayor de Irene, fue a sus clases y, al regresar, no encontró a su mamá ni al pequeño Juan Diego.

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Aunque el niño avisó que su mamá no regresaba a casa, no fue sino hasta cuatro días después de la desaparición que Arfilio llegó y pudo constatar que ni su esposa ni su hijo Juan Diego estaban en la vivienda.

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Tras la incansable búsqueda de Arfilio y habitantes de la zona, su sobrino encontró el cuerpo sin vida de Irene Pérez, de 25 años, en la orilla de una quebrada, a 200 metros de la casa. “Uno no tiene valor para aguantar. Es una noticia muy desoladora, porque lo deja a uno con el cuerpo muerto en vida de una vez”, afirmó el esposo de la víctima.

Las autoridades buscaron en la escena del crimen algún rastro que les ayudara a dar con el homicida, sin embargo, no tuvieron éxito. Tampoco había ninguna señal del paradero del pequeño Juan Diego.

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El sobrino de Arfilio encontró las huellas de los pies descalzos de Juan Diego en el río. Alrededor del lugar fueron hallados los restos del menor. “La comunidad se consternó mucho, ya que, años atrás, este sector fue golpeado por la violencia. Ya se manejaba una calma hasta que ocurrió un hecho de estos. No teníamos sospechosos, pero nos inclinábamos a pensar que se trataba de una venganza”, mencionó el investigador.

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Arfilio sospechaba de Pedro José Suta, de 25 años, quien en noviembre de 2015 trabajaba en su finca, pero debido a una difícil situación económica no pudo continuar con las labores. Tres días antes del crimen, Arfilio sostuvo una conversación con el joven, quien reiteradamente le preguntó si estaría en casa esos días.

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Testimonio claves


Dos testimonios de vecinos fueron claves para dar con el paradero del presunto homicida. Por un lado, Wilfrido, un mototaxista, habló con las autoridades y mencionó que había llevado a Pedro hasta la vereda Cimitarra, luego de salir de la vereda Mata de Guadua.

Una semana después, los investigadores recibieron una llamada anónima que vinculaba a Pedro José con el atroz asesinato de Irene y su hijo. La Policía llegó hasta la vivienda de Pedro y encontró un machete y el celular de la víctima.

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Pedro decidió declarar sobre los hechos, pero antes de hacerlo desistió y, como las autoridades no tenían una orden de captura, tuvieron que dejarlo en libertad.

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En la vivienda de los padres de Pedro José, la Policía halló la escopeta con la que atacó a Irene. Luego de una intensa búsqueda para dar con su paradero, finalmente fue capturado y condenado a 36 años y seis meses de prisión por el delito de homicidio agravado y porte ilegal de armas.

Reviva la investigación de El Rastro aquí:

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