El 29 de mayo de 2009, el atroz crimen de la abogada Lía Patricia Nasser Gaviria conmocionó a los habitantes de Sincelejo. Con tan solo 26 años, Lía tenía un futuro prometedor. Las autoridades iniciaron una intensa búsqueda para encontrar su paradero.El Rastro conoció el caso en 2017.
Lo último que supieron los familiares de Lía Nasser es que, el día de su desaparición, ella salió de su lugar de trabajo, donde estaba terminando su práctica universitaria. Desde entonces, no volvió a contestar su celular ni se comunicó con su familia.
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Lía Nasser era una mujer alegre y optimista. Se casó muy joven con Juan Pablo Villalobos, con quien tuvo una hija, pero la relación no prosperó. Por ello, decidió enfocarse en sacar su carrera profesional adelante, con el fin de darle un buen futuro a su pequeña.
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Después de un tiempo, Lía decidió darse otra oportunidad en el amor cuando conoció al médico cirujano Javier González. La química entre ambos hizo que rápidamente él se convirtiera en su confidente. Sin embargo, una exnovia de Javier estaba causando serios problemas en su relación.
Finalmente, Lía Nasser decidió terminar la relación. Priorizó su vida y el bienestar de su hija, por lo que deseaba culminar su carrera profesional y salir de su natal Sincelejo.
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¿Qué pasó con Lía Nasser?
El día de su desaparición, Lía Nasser le comentó a su padre que iba a reunirse con un compañero de universidad.
Ella salió a las 7 de la mañana hacia su trabajo de práctica en el Palacio de Justicia. Dos horas después, su padre intentó comunicarse con ella, pero no obtuvo respuesta.
En medio de la angustia, sus familiares alertaron a las autoridades. Según ellos, no era normal que Lía no contestara las llamadas telefónicas ni avisara sobre su paradero.
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La investigación reveló las grabaciones de las cámaras de seguridad del lugar de trabajo de Lía. Gracias a ellas, pudieron identificar al amigo con quien ella estaba.
El joven fue identificado como Eduardo De La Ossa Contreras, de 24 años. Era compañero de estudio de Lía Nasser y considerado uno de los estudiantes más aplicados de la universidad.
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Tras la ardua búsqueda, Eduardo le comentó a la familia de Lía que había ido con ella en su moto a recoger un resumen de examen que le prometió entregarle. Según él, Lía se bajó de la moto y no volvió a saber de ella. Eduardo insistió en que volvió al juzgado a buscar a Lía a las 11 de la mañana, pero no la encontró.
El investigador del CTI, Wilson Mantilla, aseguró que hubo dos principales sospechosos por la desaparición de Lía: su compañero de clase Eduardo De La Ossa y su expareja Javier González, con quien había tenido problemas debido a la exnovia de él.
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Testimonio clave en la investigación
Al día siguiente de la desaparición de Lía, una misteriosa mujer apareció en la sede de la Fiscalía para brindar una declaración sobre Eduardo De La Ossa. Luz Estella Romero afirmó ser empleada doméstica en la casa del sospechoso.
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La mujer reveló que el día de los hechos Eduardo había entrado a la casa con una amiga. Diez minutos después, él salió del cuarto y le dijo a ella que fuera a comprar una gaseosa. Cuando regresó, lo vio en la moto con un balde azul entre las piernas, pero sin ningún acompañante.
“A la muchacha no la vi salir, entonces yo pensé que ella seguía en el cuarto. Cuando entré a la habitación, no vi a nadie. Lo que vi fue la cama sin cobijas y el colchón con sangre”, relató Luz Estella Romero y añadió que Eduardo llegó a la casa tres horas después para lavar el balde.
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Luego de su declaración, las autoridades solicitaron el allanamiento de la vivienda. Se encontraron los rastros de sangre, cabello, martillo y el balde que había usado Eduardo.
El cuerpo sin vida de Lía Nasser fue encontrado a 150 metros de su casa en una zona boscosa. Medicina Legal reveló que la joven murió por asfixia mecánica y encontraron varios golpes y laceraciones en su espalda provocadas por un objeto contundente.
La Fiscalía ordenó la captura de Eduardo De La Ossa por el delito de homicidio agravado y aceptó los cargos. En primera instancia fue condenado a 29 años de prisión por el homicidio, desaparición forzada y ocultamiento de pruebas.
Tras la apelación, su condena fue reducida tres años y lo absolvió del delito de desaparición forzada. Aunque cumple su condena en la cárcel máxima de seguridad de Valledupar, los familiares de la víctima aseguraron que el sujeto goza de permisos de hasta 72 horas en libertad.
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