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El 8 de junio de 2020, durante la época de cuarentena por la pandemia que vivía el mundo, la tranquila comunidad de Puerto Inírida, en el departamento de Guainía, se vio sorprendida por la trágica noticia del feminicidio de Ana Rosa García Pérez. El Rastro investigó su caso en el 2021.
La joven de 24 años, oriunda de Venezuela, había llegado a la región en busca de mejores ingresos económicos para enviarle a su pequeño hijo, pero encontró la muerte en la finca donde vivía. Este caso no solo conmocionó a sus conocidos, sino que también puso a prueba a las autoridades en su búsqueda de justicia.
Ana Rosa García Pérez fue encontrada muerta en la cocina de la finca que vivía a las afueras de Puerto Inírida. Su jefe, Gloria Marina Burgos, y dueña de la vivienda, preocupada por su ausencia en el trabajo, envió a un trabajador a buscarla. Fue entonces cuando descubrió el cuerpo de Ana Rosa.
La necropsia reveló que la causa de muerte fue asfixia mecánica y las autoridades no encontraron signos de violencia en la casa lo que indicaba que el agresor era alguien conocido por la víctima.
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Inicialmente, las sospechas recayeron sobre Javier García Palomar, el novio de Ana Rosa, y un vigilante de la zona. Javier, quien trabajaba vendiendo víveres a las comunidades indígenas de la región a bordo de una embarcación solía pasar semanas por fuera de casa, pero Ana Rosa había señalado que el hombre llegaría ese fin de semana. Sin embargo, él negó haber estado en el municipio o en la finca en el momento del crimen.
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Por otro lado, un vigilante de la zona también fue interrogado. Los vecinos señalaron que lo vieron hablando con Ana Rosa el día del crimen, pero él afirmó que solo le ayudaba a cargar su celular cuando estaba de turno.
Durante la investigación, las autoridades revisaron el registro de llamadas y mensajes en la finca. Descubrieron que un número de teléfono había estado en el lugar de los hechos antes, durante y después de la muerte de Ana Rosa García Pérez. Sin embargo, este número no coincidía con el de su pareja sentimental, Javier García Palomar, ni con el del vigilante de la zona, quienes eran los primeros sospechosos.
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La investigación dio un giro inesperado cuando una informante, amiga cercana de Ana Rosa, proporcionó una pista crucial: Alexander Matiz, el exnovio de Ana Rosa, había estado acosándola tras la ruptura de su relación. Las autoridades comenzaron a investigar a Matiz y descubrieron que su número de teléfono coincidía con el que había estado en la finca durante el crimen.
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El nuevo sospechoso cambió de número y las autoridades buscaron a sus amigos. Un mototaxista proporcionó información clave que permitió localizar a Matiz en una comunidad indígena. Tras obtener el permiso de la guardia indígena, las autoridades lograron capturarlo. Lo hallaron escondido debajo de una cama.
Aunque inicialmente negó su participación en el feminicidio señalando que las autoridades estaban equivocadas, Alexander Matiz finalmente confesó el crimen al ver las pruebas en su contra.
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Alexander aceptó los cargos de feminicidio, lo que evitó un juicio en su contra. Fue condenado a más de 19 años de prisión y recluido en la única cárcel de Inírida.
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