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Desaparición de campesino en Tolima: un pariente lo mató y usó su condición de salud como defensa
Gildardo Aranzalez buscaba tranquilidad en su finca, pero su desaparición alertó a las autoridades en el Tolima. Lo que parecía ser un misterio pronto reveló un crimen que sacudió a la región en 2018.
Los hechos ocurrieron en abril de 2018, en la vereda Venadillo, en Tolima.
Gildardo Aranzalez, un campesino trabajador y afectuoso, vivía en una finca en Venadillo, Tolima. Su familia comenzó a preocuparse cuando no respondió a su celular el 22 de abril de 2018. Lo que comenzó como una inquietante ausencia terminó en un desenlace trágico que alteró la tranquilidad de la región.El Rastro
conoció el caso en 2021.
Este hombre tenía 78 años y estuvo casado durante 48 con María Antonia Villalobos, con quien tuvo cinco hijos. Aunque dedicó toda su vida al trabajo en el campo, residía con su familia en Ibagué. Sin embargo, en 2017 decidió mudarse solo a una finca, propiedad que había heredado de su tío fallecido, en busca de tranquilidad.
Su primo lejano, Alexander Aranzalez, lo visitaba con frecuencia y lo ayudaba en labores del campo. La familia tenía contacto diario con Gildardo, por lo que su desaparición alertó a las autoridades.
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Misteriosa desaparición
Una de las hijas de Gildardo le pidió a un vecino que fuera hasta la casa de su padre para averiguar qué había sucedido. Minutos después, el hombre hizo hallazgos inquietantes en la finca: alambres bloqueaban la entrada y una linterna desconocida estaba en la cocina.
Mientras la Policía se dirigía a la vivienda de Gildardo, sus familiares llegaron al lugar para iniciar la búsqueda. Fue entonces cuando uno de ellos hizo un macabro hallazgo: el cuerpo de Gildardo estaba enterrado y cubierto con piedras, con evidentes signos de violencia extrema.
Las autoridades encontraron el cuerpo de Gildardo en la parte trasera de la vivienda. Estaba enterrado y cubierto con piedras.
El Rastro
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“Era un reto muy grande porque era en zona rural, no había cámaras, y las distancias entre los vecinos eran muy grandes. No se sabía nada de lo que había ocurrido en ese lugar”, afirmó el intendente Yair Sánchez.
En la parte trasera de la vivienda se encontraron rastros de sangre y un sombrero que, al parecer, pertenecía a la víctima. Además, había restos de una fogata, lo que indicaba que habían intentado incinerar el cuerpo de Gildardo.
El 23 de abril de 2018, Medicina Legal presentó el informe de necropsia, en el que se detalló que el hombre había recibido 12 heridas con arma cortopunzante, principalmente en el rostro y la cabeza. Además, presentaba quemaduras en el 90% de su cuerpo. Este análisis confirmó que Gildardo intentó defenderse antes de morir.
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La primera hipótesis de las autoridades apuntaba a que el crimen había sido cometido por un grupo armado; sin embargo, la Policía descartó su implicación tras las primeras investigaciones.
En su búsqueda del arma homicida, los agentes inspeccionaron más de 30 fincas. Tres semanas después, encontraron pistas en la vivienda de una pareja que mencionó haber prestado un machete días antes del crimen.
Las autoridades descubrieron que Alexander Aranzález, primo lejano de la víctima y de 54 años, había solicitado prestado un machete, pero evitaba dar detalles al respecto. Además, varios testigos confirmaron que anteriormente había amenazado a Gildardo debido a disputas por el uso de la propiedad.
Para la familia, la noticia fue completamente inesperada, ya que Alexander había compartido muchos momentos con ellos. Nunca imaginaron que alguien tan cercano pudiera estar involucrado en un crimen tan atroz.
“A él -Alexander- lo que le importaba era quedarse con ese pedazo de tierra. Él comenzó a amenazar a mi papá, se le llevaba las cosas, pero mi papá nunca le decía nada y no le prestaba atención”, contó Ana Lucía Aranzalez, hija de la víctima, a El Rastro.
Alexander Aranzalez fue condenado a 33 años y 4 meses de prisión por el homicidio de su primo hermano Gildardo, de 78 años.
El Rastro
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Tras un allanamiento del lugar de los hechos, se encontró un celular cerca del cuerpo, registrado a nombre de Alexander.
Cinco meses después del homicidio, el sujeto fue capturado, pero no aceptó cargos. La defensa de Alexander argumentó que: “debido a que padecía una enfermedad neurológica como el parkinson, no tenía la fuerza ni la estabilidad para propinar esas heridas”.
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El 23 de junio de 2020, Alexander Aranzalez fue condenado a 33 años y 4 meses de prisión como autor del homicidio de su primo Gildardo Aranzalez. Actualmente, cumple su condena en la cárcel de Picaleña, en Ibagué.