El 7 de febrero de 2022 parecía ser un día como cualquier otro para Érika Sirley Pérez, una estilista de 37 años que vivía en Medellín. Madre cabeza de hogar, ella no solo era responsable de su hija, sino también de su madre y su hermano, quien padece una discapacidad. Ese lunes, salió de su casa rumbo al salón de belleza donde trabajaba, sin imaginar que nunca volvería. El Rastro investigó el feminicidio.
Al final de su jornada laboral, su compañera de trabajo, Marisol Álvarez Gómez, la invitó a tomarse una cerveza en una licorera cercana. A esta salida se unió Juan Esteban Álvarez Gómez, hermano de Marisol. A pesar de que Marisol se retiró poco después, Érika se quedó en el lugar con Juan Esteban.
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Lo que ocurrió después es un misterio que preocupó a la familia de Érika. Después de un tiempo, la mujer va al baño, se siente tomada, sale del establecimiento con Juan Esteban y desde ahí no vuelven a saber de ella. Lo que parecía ser una salida casual terminó en una desaparición. Ni su madre, ni su hija, ni sus amigos supieron de ella a partir de esa noche.
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Desde la mañana siguiente, su familia comenzó una intensa búsqueda. La angustia creció con el paso de las horas. María Mercedes Pérez, madre de Érika, lideró la búsqueda desde el primer momento. Su desaparición fue reportada a las autoridades.
No había indicios claros de lo que pudo haberle ocurrido a la estilista y cada día que pasaba aumentaba la incertidumbre. Érika no tenía enemigos ni había alguna situación que significara un riesgo para su vida. Esto hacía su desaparición aún más extraña para sus seres queridos.
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La búsqueda no dio frutos durante siete largos días. La impotencia comenzó a apoderarse de su familia hasta que se reportó el hallazgo de un cuerpo desnudo en el río Medellín. La noticia alarmó a la familia de la estilista.
Un tatuaje en el cuerpo encontrado fue clave para confirmar que se trataba de Érika Sirley Pérez. Su cadáver mostraba signos de violencia, aunque debido al tiempo que estuvo en el río, fue imposible determinar si fue víctima de abuso sexual.
Con el hallazgo del cuerpo, la Fiscalía inició una investigación para esclarecer los hechos. El primer sospechoso fue Jair Agudelo, novio de Érika, con quien había tenido una discusión con ella el día de su desaparición, pero él manifestó que no se encontraron la noche de los hechos.
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La atención se centró entonces en Juan Esteban Álvarez Gómez, la última persona que la vio con vida. Él afirmó que, después de haber salido juntos de la licorera, la dejó en una estación del metro para que tomara su transporte.
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Las cámaras revelaron la verdad
El giro en la investigación se produjo gracias a las cámaras de seguridad cercanas a la licorera y al celular de Érika. Las imágenes revelaron que, en lugar de haberla dejado en el metro, Juan Esteban llegó con Érika a su casa esa noche. Las pruebas eran claras: Érika no se despidió de Juan Esteban en la estación del metro como él afirmó.
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Las autoridades realizaron un allanamiento en la vivienda de Juan Esteban Álvarez. Allí encontraron el celular de Érika y rastros de sangre, confirmando las sospechas.
Tras meses de investigaciones y un largo proceso judicial, Juan Esteban Álvarez Gómez fue declarado culpable del feminicidio de Érika Sirley Pérez. Fue condenado de 31 años y 4 meses de prisión y trasladado a la cárcel de La Dorada, en Caldas, donde cumplirá su sentencia.