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Las ciudades y las viviendas han sido moldeadas por enfermedades contagiosas durante cientos de años.La tuberculosis o el cólera, por ejemplo, se propagaban en espacios cerrados, polvorientos, los virus estaban dentro de las casas y en las calles sin alcantarillas. La arquitectura se encargó de proponer las ventanas abiertas en colegio y hospitales, de sanear las calles.Siglo XXI, año 2020. El mundo es totalmente urbano, un nuevo virus atropella, de repente las ciudades están vacías y las casas llenas.¿Cómo enfrentar el desafío?España es uno de los países más golpeados por la pandemia. José Antonio Granero fue presidente del Colegio de Arquitectos de Madrid y Vicente Guallart, un vanguardista arquitecto valenciano; ambos responden si en las ciudades europeas el cambio ya comenzó.Vicente Guallart: “El mundo está en un proceso de urbanización como no lo ha estado nunca. De hecho, si vemos los números de Naciones Unidas dicen que para 2050 el 70% de la población mundial, que entonces serán 9.800 millones de personas, vivirán en ciudades.Eso quiere decir que se va a construir el equivalente a una ciudad de 5 millones de personas cada mes, en los próximos 30 años."Es decir que el reto en realidad, y esto planteamos con nuestra propuesta, también es cómo hay que seguir construyendo ciudades, cómo hay que seguir urbanizando, porque si lo hacemos como se hacía en el siglo XX el mundo se colapsará, el cambio climático se acelerará”, agrega Guallart. José Antonio Granero: “En las ciudades el cambio es constante, es la esencia de las ciudades, el cambio permanente. Yo creo que frente al miedo generalizado que hay, lo primero es que no debemos subestimar la capacidad que hay del ser humano de recuperarse. De manera que yo, en general, en todos estos meses frente al miedo y de horror con la pandemia y con el COVID, yo lo primero que doy es un mensaje de esperanza”.Una esperanza para asumir que el ser humano crea los espacios donde habita y por eso la transformación de la vivienda es la primera tarea.¿Lo que se viene entonces es una gran renovación global? ¿El mundo entero va a entrar a pensar en sus casas y estaremos asistiendo a un proceso compartido de renovación de casas, de renovación de espacios?Antonio Granero: “Es verdad que hemos sometido nuestras viviendas a una tensión para la que no están pensadas, no están pensadas para que nuestros hijos estén estudiando, nosotros trabajando, cocinando, atendiendo a las labores normales de la casa, de la familia y del trabajo. Todo eso concentrado en un espacio es muy difícil”.Fernando Viviescas es colombiano, arquitecto y consultor de política pública tiene su diagnóstico.“El COVID lo que hace es llamarnos la atención y decirnos ¡oiga!, miren cómo están construyendo lo que tienen que construir, fíjense en cómo lo hacen y cómo están dividiendo un elemento tan fundamental como el espacio. Hay que ser conscientes de ese espacio, cómo lo distribuimos, cómo lo organizamos, cómo lo ordenamos y cómo nos organizamos nosotros para vivir en ese espacio. ese es el gran llamado que está haciendo el COVID-19”, señala. José Granero: “En realidad, las ciudades deben cambiar. Después de cada crisis las ciudades cambian y, por lo tanto, pues hemos visto que pensar que la vivienda estaba más del lado del negocio que no del derecho social; esto ha llevado a situaciones de construir cada vez viviendas más pequeñas.Cuando han llegado estas crisis hemos visto que las viviendas no tenían balcones, que la gente no podía tomar el sol, que los niños tenían que educarse en su casa, etcétera, que éramos forzados a conectarnos a teletrabajar y no teníamos dónde.Por lo tanto, yo creo que este proceso va a hacer reflexionar sobre la importancia de la vivienda, de la vivienda social, de una vivienda que tenga también espacios adyacentes donde podamos trabajar, donde podamos encontrarnos con los vecinos.Es decir, hay que dar más importancia a la vivienda como un derecho básico de los seres humanos que no como un producto inmobiliario”.De ese derecho básico de la vivienda, pasemos al espacio público. Ese que compartimos y que el COVID desalojó sin permiso.Fernando Viviescas: “Las Naciones Unidas hace ya muchos años demostraron claramente que un dólar invertido en espacio público rinde muchísimo más en salud que millones dedicados a hospitales, por ejemplo. Eso ya está demostrado, eso ya no se discute, y los hospitales empiezan a cambiar y también empiezan especialmente a cambiar los sitios en los que está la gente: las escuelas, los sitios de trabajo, etc. Y la ventilación, la sanidad, los alcantarillados, las formas de que llegue el agua a todas partes, para que la gente pueda lavarse las manos todo el tiempo”.Sevilla es una ciudad antigua fundada en el siglo XVI. Ha vivido y sobrevivido a más de una catástrofe. A su alcalde, Juan Espadas, le tocó enfrentar la pandemia del siglo XXI en una ciudad que depende económicamente del turismo gracias a su inmenso casco antiguo, uno de los más grandes de Europa.¿En qué está pensando hoy el alcalde de una ciudad europea como Sevilla? ¿Cuál es la prioridad en este momento?Juan Espadas: “Bueno yo creo que la salud, claramente, y la recuperación económica y de la vida, de las personas tal y como la conocíamos hasta ahora. Esa es nuestra principal preocupación.Creo que la ciudad está en un momento en la que debe atender por un lado a esas zonas que denominamos de transformación social, en donde se refugia más tasa de desempleo, quizá profundizar justamente en que sean zonas en donde el desarrollo integral de la persona y del entorno mejore.Eso a lo mejor no es tan vistoso en términos de paisaje urbano o de grandes monumentos o espacios donde se desarrollará una gran obra pública, pero al final la gran obra pública de un alcalde es que los ciudadanos, las personas que viven en la ciudad, se sientan mejor tengan más oportunidades y puedan desarrollar su vida”.Ante el agobio del confinamiento apareció en escena un repentino interés por el mundo rural.Antonio Granero: “Salir de las ciudades sin duda sería un error, no creo que el futuro vaya a ir por ahí. Además no sería sostenible, tenemos que hablar en términos de sostenibilidad también.Nosotros somos herederos de la ciudad, pero sobre todo lo que tenemos es prestado de nuestros hijos, de manera que lo que les dejemos es muy importante y solo tendremos un entorno sostenible si efectivamente podemos responder a lo que tiene que ver con clima, lo que tiene que ver con el cambio climático, a lo que tiene que ver con la salud, la ciudad tiene que ver con el medio ambiente.Una cosa es irse a vivir a un pueblo, a una vida rural en torno a la naturaleza y claro que es fundamental que exista esos ámbitos y otra cosa es los desarrollos suburbanos que ni son campo, ni son ciudad, tienen lo peor del campo y lo peor de la ciudad y no tienen nada bueno. Nada sostenible, llevar los servicios es muy caro y no nos lo podemos permitir”.Fernando Viviescas: “Es que la humanidad es urbana, o sea el futuro de la humanidad es urbana, desde hace mucho tiempo lo construyó y una peste como esta, si no acaba con toda la humanidad que por supuesto esa posibilidad todavía existe, no va a impedir esto.Lo que sí se va es a redefinir es la relación entre la ciudad y lo que llamamos el campo porque lo rural y lo urbano no hay esa separación tan tajante. Fíjese lo que pasa aquí en el norte de Bogotá”.Antes de la pandemia el modelo de la ciudad en la movilidad empezaba a rebatirse por el daño a medio ambiente. Y por el conflicto entre los que tienen y los que no.Vicente Guallart: “Yo creo que esta pandemia ha acelerado el futuro porque desde hace unos años empezamos a discutir cómo teníamos que hacer ciudades ecológicas, ciudades que fueran más humanas, más centradas en las personas, que fueran más productivas, que no dependiéramos tanto de la globalización.Por supuesto que hay que ir en contra de la deforestación masiva que ocurre en Amazonas y en otros lugares pero la gestión forestal sostenible permite obtener madera y permite utilizarla para los edificios. Esto ya está empezando a ocurrir en muchos lugares del mundo, en Europa, en Canadá, en algunos lugares de Estados Unidos y nos gustaría ver cómo en China, que sobre todo tienen bambú y donde además tienen mucha influencia en África, pues pueden introducir la idea de los materiales ecológicos, de los materiales renovables en la construcción de la ciudad”.Juan Espadas: “Es necesario entender que tenemos también que adaptar mejor los ecosistemas urbanos a una realidad que el ciudadano quiere tocar, sobre todo el desarrollo y las previsiones de un problema como el cambio climático nos obligan.Vicente Guallart: "En el caso del sur de España es una realidad que momentos determinados del año con altas temperaturas busquemos lugares en donde estar claramente más confortables, lugares de sombra, cuidar los espacios verdes, reducir la contaminación del aire.Aunque esta ciudad todos esos indicadores los maneje bien y no tengamos grandes problemas no podemos relajarnos porque creo que ahí está la excelencia”.¿Qué pasará entonces con las viejas estructuras?Vicente Guallart: “El gran error de las ciudades del siglo XX es que siguieron un modelo donde creamos barrios residenciales, barrios industriales y a veces, también, barrios de oficinas. De tal manera que estábamos todo el día moviéndonos en las ciudades y esto es lo que colapsa en las ciudades.Nosotros creemos que debemos desarrollar una ciudad que se ha venido a llamar de 15 minutos, que son ciudades de barrios, la unidad de la ciudad a de ser el barrio, cuando tienes una ciudad de 10 millones de personas es incomprensible como ciudad, pero si tu entiendes que en tu kilómetro cuadrado tienes acceso a los servicios básicos, en ocasiones tienes lugar donde producir cosas, donde fabricar cosas, donde incluso hacer agricultura, las ciudades cambiarían totalmente.Por lo tanto, el modelo de internet ya no es un modelo centralizado con un centro denso y una periferia pobre como muchas ciudades en el mundo, sino el modelo internet es un modelo distribuido como si fuera un cerebro donde hay muchas neuronas o barrios que se conectan y al reconectarlos creamos la gran ciudad”.Vicente Guallart construirá las primeras viviendas poscovid en una nueva zona de crecimiento urbano cerca de Pekín. “La ciudad autosuficiente”, como la ha llamado.Vicente Guallart: “Xiong’an es una nueva ciudad que se está haciendo al sur de Pekín para descentralizar los servicios administrativos y por lo tanto es una ciudad que presentó directamente el presidente como un nuevo modelo ecológico.Es una ciudad que albergará alrededor de un millón y medio de personas y en este caso el concurso que hemos ganado está destinado a proponer un nuevo modelo de vivienda. Hemos definido una nueva tipología en realidad que se puede aplicar en China o en cualquier país en Latinoamérica o en África para desarrollar ciudades que luchen por el cambio climático".¿Y cuánto tiempo tomará el cambio?José Antonio Granero: “El urbanismo siempre decimos que tiene tiempos geológicos, cambiar las formas de una ciudad, cambiar las formas de vida de los ciudadanos tarda mucho tiempo, pero hoy los cambios son mucho más violentos y mucho más rápidos, y el cambio empieza aquí, yo creo que todo el mundo ha tomado conciencia de que la ciudad que quiere es de otra manera”.Juan Espadas: “Tenemos que entender bien el mensaje que nos deja esta tremenda crisis sanitaria: la fragilidad del ser humano, la fragilidad de los ecosistemas, la necesidad de reforzar mucho más nuestras capacidades para atender a un mundo complejo a un mundo diverso a un mundo difícil a veces y no ensimismarnos a veces en la complacencia de nuestra realidad individual”.¿Y cuál será nuestro rol como ciudadanos?José Antonio Granero: “Hay muchísimo conocimiento y muchísimo talento, las ciudades atesoran muchísimo talento y la ciudadanía tiene muchísimo talento; la participación ciudadana, el que las cosas ya no vengan de arriba abajo, sino vengan de abajo arriba, los movimientos ciudadanos, es muy interesante escucharlos porque hay mucha gente proponiendo y reclamando, y con las nuevas tecnologías, proponiendo nuevas o generando nuevas necesidades a las que hay que dar respuesta entre todos”.Juan Espadas: “Yo creo que efectivamente quizás esa etapa de liderazgos muy personalistas o impositivos ha pasado, creo que en este momento la ciudadanía lo que quiere es, primero, que se le escuche y por tanto el liderazgo político pasa fundamentalmente por personas que sean sensibles a escuchar los problemas de los ciudadanos e intentar integrarlos a la toma de decisiones, el ciudadano de hoy es un ciudadano más proactivo, un ciudadano mejor informado, un ciudadano que en tiempo real, prácticamente, puede participar en lo que está ocurriendo”.Se están construyendo las claves para el nuevo pacto de convivencia. Y será la arquitectura y el desarrollo urbano los que nos muestren el camino para lo que nos está desafiando: cómo encontrarnos los unos con los otros en ciudades de vida.
El sector hotelero sufrió uno de los golpes más fuertes con la pandemia por las cuarentenas y la suspensión de la actividad aérea. Por lo menos 34.600 personas perdieron su trabajo en seis meses.El 2019 fue un año histórico para el turismo en Colombia, pues por primera vez se alcanzó una ocupación hotelera de más del 57% y más de 4,5 millones de personas de todo el mundo vinieron al país. Pero llegó el coronavirus y con él la caída de este gremio. En el mundo la demanda de vuelos se redujo en un 94%.Andrés Uribe, presidente de IATA para Colombia, reconoció que ha sido “la crisis más grave que ha enfrentado este sector. Ya habíamos pasado por anteriores crisis como la del 11 de septiembre, el SARS, el MERS, la crisis financiera, pero ninguna de ellas, ni siquiera todas ellas juntas, se asemeja a la crisis por la que está pasando el sector en este momento, nunca había habido un paro casi total de la aviación mundial”.La hotelería entonces fue colapsando y las restricciones que buscaban salvar vidas se convirtieron en una catástrofe para la industria del turismo, con la desaparición de 300 mil empleos y pérdidas de 6 billones de pesos entre marzo y agosto.“Los indicadores cayeron al 2% y en algunas regiones a menos del 1%, así que prácticamente toda la hotelería de Colombia se cerró hasta el mes de septiembre”, detalló Gustavo Toro, presidente de Cotelco.Ese mes se levantaron algunas de las restricciones y volvieron los vuelos nacionales e internacionales, pero no fue suficiente.Según Luz Stella Flórez, gerente de hoteles Dann Carlton, la demanda fluctúa y “la recuperación ha sido muy dispareja, muy inestable. Los fines de semana están bien los destinos turísticos, en Bogotá está regular todo el tiempo, se mueve algo los fines de semana, pero ha sido realmente bastante inestable, bastante estacional”.En medio de esa reactivación, colombianos y extranjeros están enfocando sus intereses en la naturaleza para reencontrarse con la libertad que vieron limitada con los confinamientos.¿Cómo cree el viceministro que se puede asegurar un turismo para 100 años?Pero también vuelcan sus ojos a Colombia quienes buscan el turismo médico, “no solamente en la parte estética, sino en general en toda la parte médica en todas las especialidades”, dice la doctora Andrea Rojas, médica estética.“Estamos siempre a la vanguardia, todos los procedimientos, los pacientes se sienten muy seguros y por eso les gusta venir aquí a Colombia. Además, pues porque ven que los resultados son buenos. Muchos pacientes me comentan la importancia de cómo individualizar en cada paciente y decir ‘mira, tú necesitas esto, vamos a manejar esto’”, agrega.Según las estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica (ISAPS), Colombia ocupa el octavo lugar con 408.789 procedimientos y, según los cálculos que hace la Sociedad de Cirugía Estética Colombiana, alrededor de 30 mil familias viven de estos tratamientos y de los pacientes extranjeros que llegan al país.Entre ellas están “las compañías productoras de fajas, que en Colombia hay varias compañías, están las empresas comercializadoras de implantes mamarios, glúteos, de cara, están las compañías farmacéuticas, está la persona de hotelería, la persona que obviamente renta su apartamento por diferentes empresas que están disponibles obviamente, esta persona gasta porque quiere llevar un souvenir, quiere comer en X o Y restaurante, entonces realmente es una cadena muy importante de gasto que representa un flujo importante dentro de la economía nacional”, afirma Ernesto Barbosa, presidente de la Sociedad de Cirugía Estética Colombiana.Y es que empresas como Colombia Care, que funciona en Medellín, les brinda hotel, transporte y profesionales médicos bilingües a sus pacientes de Estados Unidos, España y Francia.Presidente de Anato revela cómo el sector trata de superar siete meses sin ventasLa forma de viajar y hospedarse está cambiandoQuienes se trasladan a otras ciudades o países lo hacen usando tapabocas, con distanciamiento, controlando síntomas y temperatura.La tecnología también empieza a jugar un papel a la hora de registrarse en un hotel, sin que los huéspedes entreguen documentos, tarjetas ni firmen formularios.Otra alternativa que está tomando fuerza y que, además, es más económica, son los hoteles cápsula, donde la gente puede rentar un espacio de estos y tener cero contacto con otras personas.Los turistas, además, deben empezar a recobrar la confianza “de a poquito y prácticamente proporcional a la distancia del viaje; es decir, la gente va a empezar primero a volar dentro de su propio país donde se siente más seguro, dónde está cubierto por su sistema de salud”, dice el presidente de IATA para Colombia.“Los viajes ya al otro lado del mundo, donde la gente todavía no se está queriendo aventurar a ir, este es un reto muy grande para las aerolíneas, para recuperar esa confianza nuevamente; no es tanto la confianza en el vuelo en sí, es la confianza en que va a llegar a un destino donde si le pasa algo, pues va a estar cubierto, a tener un seguro, va a tener una buena atención. Ese es el tipo de confianza que se requiere restablecer y que va a tomar un buen tiempo” agrega.Reviva el capítulo completo El proyecto es Colombia: turismo“La reactivación va a empezar a darse como quisiéramos por allá a mediados del año entrante y volveremos a los niveles del 2019 quizás en el año 2023, con lo que habremos tenido cuatro años muy complejos para el sector para la economía del país y del mundo”, sentencia por su parte Luz Stella Flórez, gerente de hoteles Dann CarltonPero el presidente de Cotelco, pese a la crisis, es positivo: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, así que el país saldrá de esta”.
En el aislamiento humano al inicio de la pandemia del coronavirus la naturaleza respiró. Y cuando inició la reapertura de los sectores económicos, como el turismo, la meta era alejarse del concreto para disfrutar de los paisajes que hay en cada rincón del país.Lugares como el parque santuario de Los Flamencos, en La Guajira; el Tayrona, en Santa Marta; Barichara y el Cañón del Chicamocha, en Santander, y Puerto Carreño, en Vichada, son algunos de los sitios que empiezan a recuperarse económicamente tras meses de cierre.Rodrigo Atuesta, presidente ejecutivo de Acotur, afirmó que el coronavirus tuvo incidencia en ese despertar hacia la naturaleza."Estamos empezando a darnos cuenta qué tenemos con el territorio para poder ser un país libre en turismo sostenible. Con la pandemia ha crecido la sensibilidad de la gente, sobre el impacto que nuestras decisiones de consumo tienen sobre las realidades en las que vivimos. Los viajeros cada vez están buscando experiencias únicas, experiencias en donde se involucren a través del aprendizaje la conexión, de cómo nosotros hacemos parte de, en vez de visitarla", resaltó.¿Cómo debe ser el turismo en Colombia para que sea sostenible y a largo plazo?Álvaro Rojas es uno de esos guías turísticos orgullosos que disfrutan de este renacer.Este experto en aves muestra desde su cayuco la belleza de la fauna y flora en Los Flamencos, ubicado a 35 minutos de Riohacha.“Lo más hermoso de esto es compartir conocimiento, darle a conocer nuestras hermosas especies de aves, que disfruten ese recorrido en vela. Las aves representan paz, amor, alegría, usted viene estresado de la ciudad y se va mucho más relajado”, dice sobre su labor.Este plan turístico le genera ingresos al 70% de los miembros del santuario, unas 50 familias wayú aproximadamente, capacitadas para recibir a turistas no solo del interior del país, también de Europa.Otra beneficiaria de este turismo sostenible es Janeth Viviescas, que ha involucrado a los turistas en su oficio para que sientan sentir parte de sus tradiciones en Barichara.Ella es tejedora fibra de plátano y con su labor crea silletería, bolsos, cortinas y tapetes, entre otros productos, oficio que se creció antes de la llegada de la pandemia.Aunque su casa no tiene aviso y no es fácil llegar a ella, gracias a las caminatas que ofrecen a turistas para recorrer Barichara–Guane ella crea conciencia de su cultura con el trabajo que realiza.“Han venido personas de otros países, hacen su ruta y pasan por acá, un guía turístico es quien les traduce todo. Los turistas siempre me dicen que es una innovación, que no han visto esto en ningún lado y así me ha salido mucho más trabajo”, cuenta.Como la de Janeth, ya hay 18 experiencias donde la comunidad ratifica su compromiso con la sostenibilidad de la región.Puerto Carreño, Vichada, también está atrayendo a extranjeros. A dos horas del casco urbano una familia creó el rancho Barú, donde los turistas pueden ver chigüiros, venados, aves y más especies.Para mantener el distanciamiento diseñaron chozas para cada visitante.Duramos siete meses con cero ventas: presidenta de Anato¿Cómo cuidar los recursos de fauna y flora del turismo?Estudios demuestran que un viajero consume aproximadamente 25% más energía que una persona local y a nivel mundial el turismo representa el 5% del consumo total de agua.Durante los viajes, los visitantes consumen hasta cuatro veces más agua que los residentes.Es por eso que la ambientalista y naturalista Sandra Bessudo espera que “estas nuevas oportunidades se hagan desde el comienzo bien y no vayamos, por querer hacer de esto un boom, que se nos vuelva un turismo masivo. Tiene que ser un turismo responsable: cómo nos vamos a comportar durante nuestra visita, no solamente con las comunidades que viven ahí. Es un turismo de observar, de silencio”.Algo en lo que coincide el mamo de la etnia kowi Oren Nuguita Coronao."Es la misma madre naturaleza la que nos ha exigido el cambio que tenemos que hacer, el mar, los ríos. Nos dimos cuenta de que en estos meses con la pandemia se hizo respetar. El personal que venga tiene que venir con un objetivo diferente que es la conservación", pide el líder indígena desde la Sierra Nevada de Santa Marta, el corazón del mundo, donde está el parque natural Tayrona, territorio ancestral de las comunidades indígenas kankuamo, kogui, wiwa y arhuaco.Jeferson Rojas, jefe de este parque, les recuerda a los visitantes que "es un espacio de salud para respirar, para entender de manera distinta la relación de los seres humanos con el territorio. El Tayrona les ofrece tranquilidad, observación de aves, de fauna, las bellezas de nuestra costa Caribe".Por eso, "todo visitante debe venir con recipientes retornables para bajar las presiones en cuanto al manejo de residuos sólidos", dice Álvaro José Jiménez, funcionario del lugar.También surgió el ecoturismo, con el que las comunidades rurales encontraron una fuente de empleo, pero, además, una manera de aportar a la conservación de sus ecosistemas.Reviva el capítulo completo de El proyecto es Colombia: turismoNo obstante, el doctor Julián Osorio, especialista de la Unesco en turismo, advierte que "la sostenibilidad no solamente es la experiencia del turista, sino lo que realmente hay detrás de la cadena del valor y el funcionamiento en el sector turístico. No solo es llevar turistas, sino escuelas, seguridad, educación, el turismo sostenible es de inversión".
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En Bogotá, unos pequeños carros que poco tienen la apariencia de una tradicional ambulancia se convierten en una. Sin sirena, pero con mucha prisa, recorren la ciudad para atender una emergencia más difícil de detectar y de tratar que las de los dolores del cuerpo.Atienden la salud mental.“Cuando a ti alguien te dice que tú no puedes salir, tú no puedes esto, no puedes aquello…, eso se vuelve un círculo vicioso que te lleva…no sé…es hasta penoso decirlo, pero te lleva hasta días enteros de ni siquiera levantarte y bañarte”, revela Luz Eusse, paciente de la clínica Monserrat.Luz, o Luppy como la llaman sus allegados, sufre desde hace año y medio de un trastorno mixto de ansiedad y depresión con bipolaridad. La enfermedad la ha llevado a estar 5 veces internada en la clínica por largos periodos. El último, durante el encierro de la cuarentena, duró 29 infinitos días.“Estar tan encerrada, tan sin poder hacer nada, entonces empiezas a tener mucha ansiedad, empiezas a no dormir. El no dormir te trae alucinaciones y las alucinaciones te traen más ansiedad, entonces viene más depresión”, agrega Luppy.Durante la pandemia en la clínica Montserrat, una de las más importantes en enfermedades de salud mental del país, las citas por causa de encierro, ansiedad y depresión aumentaron considerablemente. A la fecha, por ejemplo, de los 65 internos, el 40% lo están en situaciones derivadas del confinamiento.“Las preocupaciones laborales, las preocupaciones económicas, gente que perdió su trabajo, gente que tuvo que cerrar su negocio, todo eso empezó a notarse en la consulta prioritaria, que es la consulta de urgencias de nosotros. En esos meses de cuarentena, por ejemplo, la estadística es que el 63% de los que consultaron tenían temas relacionados o ansiedades relacionadas con la pandemia”, explica el doctor Omar Cuellar Alvarado, director general de la Clínica Monserrat.Por todos estos motivos, la línea 106, especializada en brindar apoyo de salud a la comunidad, derivada de la línea 123, debió implementar una nueva modalidad: equipos de atención mental y apoyo psicológico.“La línea se ha saturado de llamadas. Nosotros pasamos de 160 personas que teníamos a 530 atendiendo la línea 123. Ha habido meses en las cuales hemos recibido 4.800 llamadas promedio día, cuando normalmente nuestro promedio de llamadas eran 1.800 llamadas por día”, revela el doctor Andrés Álvarez, director de la línea 106.Para la psiquiatra Yahira Guzmán, experta en salud mental, los seres humanos necesitan de resiliencia, es decir, haber pasado por momentos duros en la vida y haberlos superado para poder enfrentar mejor el encierro.“Entonces en ese momento cada uno saca sus capacidades, por un tiempo va a estar triste, como angustiado, deja de dormir, lo que sea y luego se adapta. Entonces eso implica que cada vez tengas que ir buscando nuevas estrategias, nuevas cosas”, señala la doctora.Pero es que después de un tiempo prolongado de encierro, las personas con tendencia a padecer desórdenes mentales empezaron a perder la capacidad de sentir placer por cocinar, por trabajar, por comerse un chocolate e incluso por ver una serie.La situación durante este tiempo de incertidumbre sin duda fue más aguda para el personal de la salud que tuvo que hacerle frente al enemigo invisible sin saber realmente a qué se enfrentaban.Así lo revela el doctor Sebastián Mosquera, ortopedista pediátrico: “Yo tuve compañeros con los que estuve compartiendo con COVID y hay gente que estuvo muy mal. Hay unos compañeros que murieron lastimosamente, como médicos de urgencias, amigos y conocidos. Uno se pregunta, ¿qué va a pasar conmigo?”“El personal de salud que ya lo vivió llega con miedo porque se sabe que posiblemente las defensas que tengan no sean para siempre y puedan volverse a contagiar y tienen que volver a vivir todo lo que vivieron”, agrega el doctor Mosquera.Sofía y Lucía son dos hermanas que aprendieron a valorarse la una y la otra, a disfrutarse hasta las peleas; el piano, la pintura y la cocina hicieron de sus meses de encierro, que aún continúan, algo mucho más ameno.“Cuando estoy aburrida y no tengo nada más qué hacer pues digo ‘ok tengo mi piano justo al lado por qué no practico’. Y cuando uno comienza a practicar y uno practica y practica y practica y cuando uno se da cuenta ya le han pasado horas”, dice Lucía.Y así mientras la una canta la otra toca el piano, la vida se va volviendo más resiliente y más esperanzadora.“Hay que valorar todo lo que vaya a pasar y todo lo que tengamos, porque todo esto algún día se va a acabar”, piensa Sofía.“Busquemos la solidaridad, de aquí puede salir algo diferentísimo”, piensa por su parte Juanita Alarcón, psiquiatra infantil.Que deje de ser tabú y que busquen ayuda, eso es lo que pide Luppy.Hay que desaferrarse a todo lo que no se puede controlar y aferrarse a lo que sí se puede controlar: la familia, los amigos, la vida.Conozca más de El Proyecto es Colombia
Ya traíamos una deuda en salud mental y esta crisis incrementa el déficit y por otro lado la demanda de atención. Desde su punto de vista de la región, ¿qué deben hacer nuestros debilitados sistemas de salud para atender esta situación de manera integral, rápida y cubrir las necesidades reales de la población?“Se requiere que todos los sectores incluido el Gobierno, la sociedad civil, los encargados de formulación de políticas públicas, los donantes, operantes internacionales, organismos sin ánimo de lucro, etcétera, etcétera deban tener conciencia en relación con la importancia de incrementar los recursos y la inversión en salud mental”.¿Disponen los países de financiación adicional suficiente para atender estas actividades?“No, la Organización Mundial de la Salud llevó a cabo un estudio entre los meses de junio y agosto este año y encontró evidencias muy importantes en relación a que definitivamente más del 60% de los países estaban demostrando que los servicios de salud mental realmente no estaban preparados para una respuesta oportuna, en relación con la exacerbación de los problemas y los trastornos en salud mental.Tres cuartas partes de los países que hacen parte del estudio señalaron además había muy poca preparación por parte de otros sectores como el sector de la educación y los lugares de trabajo para realmente brindar un soporte en relación con la respuesta a personas con dificultades o con riesgos en la salud mental”.Tenemos un enorme enemigo que es el estigma que lleva a discriminación a todo nivel. ¿Cuál puede ser la fórmula para combatirlo de manera efectiva?“La evidencia en términos generales señala que una estrategia fundamental para trabajar el tema relacionado con el estigma y la discriminación es contar con una información clara, veraz, oportuna como una clave importante para prevenir el estigma. La forma en que nos comunicamos es vital.Y que, por supuesto, nos den a nosotros elementos para cuidarnos, para asumir un cuidado responsable. Una comunicación que tenga principios relacionados con la solidaridad con el altruismo, el cuidado, el respeto por el otro.Uno de los legados de esta crisis tiene ver con la telemedicina que puede ser una solución para regiones alejadas y para aliviar un poco este déficit, a pesar de que en Psiquiatría ese contacto directo es fundamental”.Ustedes han hecho estudios sobre el tema en la adopción de la telemedicina y la teleterapia. ¿Qué han encontrado?“Lo que hemos encontrado, y lo que muestra el estudio, es que más o menos un 70% de los países han adoptado diferentes estrategias de tele y orientación para subsanar las brechas de los servicios de atención presenciales. Sin embargo, hay muchas disparidades y muchas diferencias entre los países, entonces siendo esto una oportunidad realmente no es muy factible para países de ingresos bajos, o ingresos medios cómo podría ser Colombia.Invertir en salud mental es invertir en bienestar y progreso, aquí hay un llamado enérgico a los dirigentes y gobernantes.Es absolutamente necesario incrementar los recursos y cuando hablamos de recursos, y no solamente estamos hablando de recursos financieros, que son fundamentales sino también en tecnología, también en los en la formación y la generación de capacidades para que todos los equipos aún no especialistas en salud mental desarrollen capacidades, expertise.Quienes invierten en salud mental definitivamente cosecharán beneficios, las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud informan que casi un billón de dólares son las pérdidas anuales de productividad económica causadas únicamente por problemas relacionados con depresión y con ansiedad. Es decir, cada dólar gastado en tratamiento de depresión y ansiedad nos indica que tenido un retorno de 5 dólares entonces la inversión es absolutamente retornable”.Reviva la décima entrega de “El proyecto es Colombia”El tema es extenso, el tiempo corto pero el llamado es claro: urgente incremento de la inversión. Su reflexión final.“Definitivamente en tiempos difíciles como los que hemos vivido este año se notan mucho más las brechas que hay para el acceso a los servicios de salud mental.Y como lo dice el lema de la Organización Mundial de la Salud no hay salud sin salud mental, se requieren recursos humanos técnicos y financieros para el logro de un mayor bienestar de todos los ciudadanos en cada momento de nuestro ciclo vital”.
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