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La Amazonía, llena de conocimientos ancestrales, clama por acciones para su conservación

Escuchamos las voces en contra de la deforestación y en pro del sostenimiento del bosque tropical más extenso del mundo. Preocupa que el 15% de la selva ya ha desaparecido y muchos hablan de un punto de no retorno.

“Nuestros ancestros nos han dejado esa herencia”, dice Pablo Aristeo, taita de la comunidad indígena siona, en la Amazonia, la imponente selva donde la naturaleza es sagrada y espiritual y se convierte en un lugar que nos devuelve al origen.

La comunidad indígena siona se encuentra en el Piedemonte amazónico, donde solo el río Putumayo separa a Colombia y Ecuador. “En nuestro territorio es donde está la vida, está el aire, está el agua no solamente para nosotros sino para el mundo entero”, enfatiza el taita.

La Amazonia es su vida, es su forma de supervivencia, son sus creencias, es la espiritualidad que florece por medio de los rituales, es la música que le ponen a la espesa selva.

En esta selva y contando los 4 países que la conforman se calcula que viven alrededor de 400 pueblos indígenas, entre otras comunidades, hace 11.000 años y a través de su herencia cultural luchan por conservar sus tradiciones.

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“Lo más importante es que estos pueblos indígenas han habitado esta región desde hace miles de años, por lo tanto, es una gente que tiene un conocimiento profundo del medioambiente. Han convivido y tienen un conocimiento no solo de todas las plantas y todos los animales sino de cómo funciona la selva”, resalta Martin Von Hildebreant, fundador de la fundación Gaia.

Él ha sido de los primeros antropólogos que han estudiado a los indígenas en Colombia. Para Von Hildebreant y Sandro Piaguaje, líder del pueblo siona, la herencia cultural se traduce también en sus medicinas.

Los árboles para nosotros son vida. Si usted está mirando una planta, la puede pisar, pero usted no es consciente de que esa puede ser una medicina que lo puede salvar
Sandro Piaguaje, líder del pueblo indígena Siona

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Sin embargo, la destrucción del bosque y el abandono causa desolación y tristeza.

Minería ilegal, corte de madera ilegal y cultivo ilícitos han contribuido a la destrucción de esta majestuosa selva. Las cifras hablan por sí solas, el 15% de esta selva ha desaparecido y muchos ya hablan de un punto de no retorno.

“Hay muchas quebradas que se han secado o el mismo río Putumayo”, alerta Sandro Piaguaje, líder del pueblo indígena Siona.

En la escala de degradación del bosque amazónico, territorios como Brasil y Bolivia preocupan por la alta deforestación.

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Por fortuna, existen personas como Yamid Mera, ingeniero de una de las redes de Naturamazonas, estaciones producen 1,5 millones de plantas al año. Tiene una historia como la de muchos colombianos, se crio en el campo y hoy le duele recordar cómo la deforestación ha sido un símbolo de guerra.

Tanto él como muchos otros expertos reiteran la necesidad de que tanto la población como los dirigentes tomen conciencia cuanto antes para pasar del reconocimiento del problema a la acción.

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Según el informe El Amazonas que queremos, que este ecosistema desaparezca significaría perder la sexta parte de agua fresca del mundo y 5,5 millones de kilómetros de bosques y una majestuosa selva en la que hay más variedades de árboles que en toda América del norte.