Sembrar es esparcir las semillas en la tierra para que germinen y en un par de semanas tengamos las plántulas. La siguiente etapa del proceso es el arte de cultivar para obtener un fruto que luego de unos meses se convierte en la cosecha. Esa cosecha, gracias a la comercialización, llega a la mesa de los colombianos y se convierte en la seguridad alimentaria de un país. Esto es la agricultura, una suma de factores en donde cada campesino es como un anillo de la columna vertebral del sistema social y económico de país. Conozca, este sábado, cómo garantizar la seguridad alimentaria, en la cuarta entrega de El Proyecto es Colombia , tercera temporada.
Panorama de la agricultura colombiana
Los vientos de dificultad que soplaron para el agro colombiano en el 2022 no han bajado su intensidad este año. Y como por ahora la solución no está en manos de nuestros campesinos, ellos siguen pegados de un milagro, el de San Isidro Labrador, para que el panorama en el campo mejore.
Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad Agropecuaria de Colombia, SAC, afirma que después de la pandemia, y por cuenta del fenómeno de la niña, la disparada el dólar y otros factores, el Producto Interno Bruto de la agricultura cerró en rojo.
“El PIB cayó 1.9%, son varias las razones: devaluación del peso más de 20%, más de 10 incrementos de la tasa de interés, tres inviernos en una y la invasión de Rusia a Ucrania que elevó los costos de los insumos”, explica.
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Y es que la inversión para producir 90 millones de toneladas de comida es muy alta: “Para la producción agrícola Colombia necesita importar al año más de 2 millones de toneladas de fertilizantes que pueden pesar el 30 o 40% del total del costo de producción de un kilo de papa, de arroz, y demás, y obviamente eso termina impactando en una reducción de las áreas sembradas una menor oferta del producto y por eso también hemos visto incrementos en los precios”.
Los cultivos agrícolas en Colombia se dividen en seis grupos, según las extensiones de producción. En el primer renglón están los cultivos tropicales con 1 millón 629,733 hectáreas, este 30.2% del área sembrada del país tiene café, caña de azúcar y cacao.
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El segundo renglón es para los cereales con 1 millón 248,350 hectáreas que equivalen al 23.1% de lo sembrado. El presidente de Fedearroz dice que su producto es uno o de los alimentos que garantiza la seguridad alimentaria de Colombia.
“Aquí producimos, en términos de arroz en cáscara, entre 3 millones a 3.100.000 toneladas que eso en términos de arroz blanco para el consumo son 1 millón 700,000 o 1 millón 800,000 toneladas, o un poco más, que puede ser lo que el país requiere”, indica Rafael Hernández.
Sin embargo, por cuenta del TLC con Estados Unidos, a Colombia llegan 115.000 toneladas anuales de arroz que se suman a las que también por acuerdos internacionales, que el dirigente gremial califica de obsoletos, entran por países vecinos.
“Hoy día Perú tiene la puerta abierta y puede traer lo que quiera, y Ecuador tiene contingentes que en este momento pueden ser de alrededor de 20 o 30.000 toneladas”, agrega.
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Pero los arroceros no se rinden. Gracias al sistema de producción AMTEC, adopción masiva de tecnología, Colombia está cerca de cultivar el mismo arroz que por hectárea recolecta Estados Unidos.
“El que hace AMTEC ya produce arroz a 280 dólares la tonelada, y el promedio nacional ha bajado desde el 2012, de 500 dólares –que valía producir una tonelada- hoy en día la está produciendo en 330 dólares” – Rafael Hernández.
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El tercer renglón agrícola Colombia es frutal, el 19.3% del territorio sembrado. En este 1.42 millones de hectáreas hay cítricos, plátano, mango, aguacate, piña y banano, este último fruto que tiene su centro producción en el Urabá tiene caída de 2.6% en el 2022.
Emerson Aguirre, el presidente de este gremio, explica por qué la guerra entre Ucrania y Rusia hizo que Ecuador, principal abastecedor de ese país, terminara inundando el mundo con su producto: “Siendo Ecuador el principal proveedor de fruta para Rusia, y no teniendo canales de ingreso a Rusia, Ecuador produce una sobre oferta banano en el mundo produciendo una caída libre de los precios a nivel mundial donde obviamente nosotros al ser el quinto exportador de banano sufrimos las consecuencias”.
Ahora hablemos del plátano. En el Quindío durante décadas se sembró esta mata para darle sombra al cafetal y tener qué darles de comer a los obreros, pero el cultivo evolucionó, creció y hoy las fincas como El Corralón en Montenegro se convirtieron en verdaderos platanales.
Esta mata, luego de producir un único racimo en su vida de frutos, muere, le da vida a sus hijos que germinan en los pies de la planta. El campesino elige cuál de ellos heredará la producción y elimina el resto en un proceso que se llama deshije.
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Otra parte es el deshoje que consiste en retirar lo que le sobra la mata. En el proceso de cultivo aparece el llamado embolse, que consiste en proteger el fruto hasta su crecimiento, son 16 semanas en total y el trabajo luego es para los cosecheros.
La segunda parte de la transformación del plátano se hace en la sede de Armenia. Planto le da aquí trabajo a unas 80 personas que hábilmente pela la fruta: “Lo que hacemos es retirar la cáscara acá y tener una economía circular, en donde la utilizamos para alimentación animal, después le entregamos ese plátano listo a la industria para que empiece a procesarlo, a fritarlo y allí ellos empaquetan y lo entregan a su vez a todas las cadenas comerciales”.
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Los plataneros han tenido momentos difíciles en los últimos tres años, como todos los agricultores, pero saben que el país y el mundo necesitan de su fruto.
“El plátano es garantía para la seguridad alimentaria en más de 90 países en el mundo, los cuales depende su economía de allí y las dietas completas dependen de allí. Hay países en donde se consumen 220 kilos por habitante en el año, en Colombia por ejemplo nos consumimos 62 kilos por habitante en el año”, dice Alonso Castañeda, gerente de Planto S.A.S.
Pero volvamos con la estadística de extensión de tierras sembradas. El frijol, la alverja, las habas y la palma de aceite ocupan unas 886.000 hectáreas, es decir, un 16.4% de los surcos del país.
El quinto grupo de alimentos es para las raíces y tubérculos como el ñame y la yuca, en ese 8.34% de cultivos se producen también 2 millones 570 mil toneladas de papa al año. Pero los costos de transporte insumos y de mano de obra y de producción de la papa están por las nubes
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“Hace dos años producir una hectárea de papa valía 22 millones de pesos, en la actualidad producir esa misma hectárea de papa está cercana a los 43 millones. Es decir, prácticamente se doblaron los costos de producción”, explica Germán Palacios, presidente de Fedepapa.
Además de Alemania, Bélgica y Holanda, llega papa que podría darse en los campos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño. “Lo triste es que esas 100.000 toneladas de papa importada, papa a la francesa, desplaza entre 250 y 300.000 toneladas de papa en fresco de los productores colombianos”, complementa.
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Pese a todas estas cifras el panorama en el campo sigue siendo alentador. En enero 2023 las exportaciones agropecuarias y agroindustriales de Colombia fueron del orden de los 737 millones de dólares, siendo Estados Unidos el mayor comprador, con un 42% de la producción.
En el 2022 el sector agroindustrial colombiano exportó más de 2.109 millones de dólares, se incrementaron en un 59.4% con relación al 2021 esas exportaciones. Solo en enero de este año sumamos 727 millones de dólares.