José Rafael López conoce el cannabis medicinal hace más de 17 años. Asegura que fueron las propiedades de la planta las que le ayudaron a sobrellevar la grave enfermedad que padeció.
“Conocí el cannabis casi que siendo un niño, por circunstancias de la vida. Cuando tenía 15 años, me diagnosticaron con un linfoma de hodgkin, de cáncer, y pasando los tratamientos, mi madre tomó la decisión para ayudarme en la post quimioterapia de darme cannabis”, detalló López, vicepresidente de agronegocios Avicanna.
Él fue uno de los primeros trasplantados de células madre deColombia, y si bien el cannabis no lo curó, le ayudó a llevar una mejor calidad de vida.
“Llevo 10 años en la industria del cannabis. Tuve otro suceso de vida importante: mi madre falleció cuando yo tenía 18 años. A mi madre la asesinan aquí en Santa Marta. Yo cuento esto porque eso ayuda a que yo tomara la decisión de alguna forma a dedicarme al mundo del cannabis”, aseguró.
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“Yo le pedí a la vida de alguna forma que me llevara a hacer algo nuevo, algo innovador, algo diferente; estaba cansado de lo mismo después de pasar esa situación. Y la vida me puso la oportunidad y la tomé, y me fui a recorrer el mundo”, manifestó.
Durante años, López aprendió de semillas, genética, cruces, flores y procesos de extracción en Holanda, Estados Unidos y España. Probó suerte fundando una empresa en Uruguay, pero junto con su socio, Sergio Puerta, decidieron regresar a Colombia en 2015 e iniciar una operación cuando el país abrió la puerta para la legalización de cannabis medicinal.
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Sergio Puerta lleva más de 25 años experimentando con cannabis. También vio su potencial al descubrir que la planta podía mitigar algunos de los efectos secundarios del cáncer que padeció su hermana.
“No encontrabas literatura ni dónde informarte lo suficiente. Lo que hicimos fue tener esos primeros inicios, esas genéticas holandesas y empezar en nuestras casas descubriendo las plantas, preparando sus propias medicinas y así fue como empecé a profundizar y a profundizar en el tema y hoy tenemos aquí una operación con más de 50.000 plantas. La empezamos a mezclar con las genéticas de aquí de nuestras montañas y las famosas variedades clásicas punto rojo, mango biche, hacemos híbridos buscando lo mejor de cada una”, destacó Puerta, vicepresidente de horticultura Avicanna.
El conocimiento de la planta los llevó a fundar, junto con un grupo local dedicado a la producción de aceites orgánicos, Sativa Nativa, que después se convertiría en subsidiaria de la canadiense Avicanna, una compañía dirigida por Aras Azadian e integrada verticalmente.
Su principal fortaleza está en su banco semillas, que combina genéticas de todo el país, y el mundo, para lograr usos específicos. Es Carlos Enrique Vives el líder del programa genético y de fitomejoramiento de la empresa desde 2018.
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“Antes de llegar acá trabajaba en una oficina, manejábamos seis marcas allá en Bogotá, marcas familiares: Gaira Café, Auditorio Mario Laserna, Carlos Vives, un sinnúmero de marcas y el cannabis fue siempre mi pasión como hobby, yo nunca me imaginé en mil años que podría vivir de la planta”, contó Vives, jefe del programa de fitomejoramiento Avicanna.
“Cuando vivía en Miami yo tenía acceso a cannabis que cultivaban la zona de Florida conocida como el upper. Tener acceso a cultivadores me dio la oportunidad de conocer la parte del cannabis que no todos ven, que es la parte de cultivarla. Yo recibo la llamada en el 2018, empezamos a trabajar la genética y hoy vamos a cumplir cuatro años de estar trabajando juntos y de estar creciendo una industria”, anotó.
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“En la Sierra Nevada, donde tenemos un microclima con una humedad relativa muy baja, unos 300 días de cielos azules, lo que hace que el cultivo sea superior en cuanto a la cantidad de resina y producción que podemos obtener”, destacó Puerta.
Vives trabaja de la mano de expertos de universidades locales y canadienses, así como con genetistas, agrónomos y horticultores para producir plantas resistentes y resinas efectivas. Pese a que utiliza cannabis no psicoactivo, posee una amplia biblioteca genética psicoactiva esperando un futuro con un mercado recreacional globalmente abierto.
“Uno puede sentarse y compartir información con los agrónomos, con los PHD que saben mucho de la teoría, pero que nunca tuvieron contacto con la planta. Entonces ahora que estos dos mundos se unen verdaderamente es donde vemos el avance científico”, subrayó Vives.
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“Son genéticas que verdaderamente tiene mucha resina y la resina se traduce prácticamente en cannabinoides y los que cannabinoides es nuestra materia prima, es nuestra medicina, son las moléculas que nosotros después aislamos, extraemos y pasamos a las farmacias y terminan en los productos finales. Es el elemento medicinal de las flores”, explicó.
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Desde 2016, cuando se promulgó la ley que permite al uso del cannabis con fines medicinales y científicos en Colombia, el Ministerio de Justicia ha otorgado 1.567 licencias de uso de semillas para siembra y cultivo de plantas de cannabis psicoactivo y no psicoactivo. Buena parte de aquellas personas o empresas que obtuvieron licencias no sobrevivirán. Las que tienen capitales que las fondeen podrán hacerlo siempre y cuando la ley se adapte a una nueva realidad de mercado.
Lucas Nosiglia es uno de los fundadores Avicanna. Vive en Santa Marta desde 2017 y está convencido del éxito que podría traerle como negocio su modelo que funciona como cadena de suministro de sus desarrollos farmacéuticos y que produce semillas, extractos estandarizados de cannabis, desarrollos farmacéuticos y una línea dermocosmética y medicinal que se complementa con su propia farmacia magistral.
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“Siempre lo que supimos es que teníamos que tener un enfoque de investigación y desarrollo e invertir en conocimiento”, mencionó Lucas Nosiglia, presidente de Avicanna en América Latina.
“Yo creo que fue un error medio mancomunado de la industria y por ahí adelantar el crecimiento a cómo las regulaciones y cómo los mercados se iban conformando”, manifestó Nosiglia sobre los tropiezos del proceso.
“Las empresas sí estaban listas para producir cannabis y estaban listas para producir productos finales, pero no creo que el mercado estaba listo para venderlo, ni los consumidores listos para comprarlos. Entonces primero lo que tenemos que hacer es hacer un tema educacional”, dijo Vives.
“Ya hay un proyecto de modificación del decreto para dinamizar la industria”, afirmó Nosiglia.
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López, Puerta, Vives y Nosiglia saben que con docenas de compañías compitiendo por el mismo mercado, la pregunta recurrente es si el cannabis medicinal, después del boom que se generó, realmente es un buen negocio.
“Yo creo que esta es la oportunidad demostrar que hay una industria de cannabis en Colombia, que se está trabajando en ella y que están abriendo las puertas”, puntualizó López.
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