El español Rafael Nadal se despidió de las Finales ATP que se disputan en Turín con buen sabor de boca, desquitándose de las malas sensaciones que le han acompañado en el torneo que se le resiste y comenzando su preparación para el Abierto de Australia con una victoria ante el noruego Casper Ruud, por un doble 7-5.
Nadal saltó a la pista central del Pala Alpitour sentenciado, ya sin opciones matemáticas de acceder a las semifinales de su torneo maldito, el único grande que no guarda en su vitrina y que se disputa en unas condiciones, pista dura y cubierta, que no favorecen el juego de balear.
El partido reeditó la final de Roland Garros de la presente campaña en la que Nadal volvió a coronarse campeón de su torneo predilecto. Alargó el número dos del mundo su rédito particular contra un noruego que no le ha ganado en partido oficial, ni si quiera un set, pero que ya tenía asegurada la primera plaza del grupo, por lo que se medirá al segundo del grupo rojo, que saldrá del duelo entre el griego Stefanos Tsitsipas y el ruso Andrey Rublev.
Ya desde el inicio se notó que Nadal estaba más cómodo que en sus otros encuentros, quizá ya liberado de la tensión al saberse sin opciones, dispuesto a encarar el partido de una manera más relajada, pensando más en el largo plazo. Se llevó sus dos primeros saque sin encajar puntos, y mantuvo el nivel durante la mayor parte del set.
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A punto estuvo Ruud de complicarle la tarde al de Manacor con dos bolas de 'break' con 4-4 en el marcador que desaprovechó y que, a la postre, fueron su condena en el primer set, ya que Nadal apretó y quebró el servicio de su rival con 6-5 en el marcador con un juego en blanco.
La segunda manga fue otro síntoma de mejoría de un Nadal que se llevó sus tres primeros saques con juegos en blanco (16 saques directos en total), al tiempo que deleitó a los presentes rubricando un par de golpes e intercambios que recordaron al nivel que exhibió en sus primeros meses de año, cuando levantó el Abierto de Australia que ahora vuelve a tener en mente, como defensor del título y, probablemente, como segundo cabeza de serie.
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Se repitió el tanteo en el segundo envite y el marcador marcaba 6-5 en favor del manacorense con saque del noruego. Con una sutil dejada inició su camino a la rotura definitiva. Ruud se desinfló por completo, empequeñecido ante el resurgir de Nadal y le dejó dos puntos de partido.
Perdonó el primero, pero en el segundo cruzó la bola con un revés a dos manos que certificó su particular premio, el de recuperar sensaciones tras una segunda parte de la temporada marcada por las lesiones, la poca continuidad y los problemas personales fuera de la pista. Nadal se despidió de Turín, pero lo hizo con una contundente victoria, dejando claro que todavía puede dar mucha guerra.