Jannik Sinner, cuarto mejor tenista del mundo y estrella de la Copa Davis 2023, resucitó a Italia para darle la segunda Ensaladera de su historia y gritarle al mundo que está preparado para ser el mejor.
En Italia no están tranquilos, en Italia están ilusionados, palabra que mejor define lo que transmite su generación de jóvenes tenistas que levantaron la Davis en el Martín Carpena malagueño ganando en la final a Australia (2-0).
El equipo campeón dirigido por el capitán Filippo Volandri es un compendio de talentos incipientes liderados por un pelirrojo llamado Jannik Sinner, un portento sobre la pista que, para colmo, parece que todavía no ha explotado. Tan solo está en proceso de madurez.
Ayudaron a ganar el título Lorenzo Musetti (27º), Matteo Arnaldi (44º) y Lorenzo Sonego (47º), los otros tres participantes en la competición, ya que Simone Bolelli se quedó sin participar. Pero en Sinner están puestas las esperanzas, pues es el único 'top-5' italiano desde que lo fuera Adriano Panatta, líder de la Italia campeona en 1976.
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La nación transalpina llevaba desde ese mismo año sin ganar un mundial de tenis y desde 1998 sin alcanzar una final, pero Jannik Sinner asumió el reto y se echó a su país en las espaldas. Cinco partidos jugados en las finales y cinco ganados: pleno de eficacia.
Dos de esas victorias fueron contra el gran favorito, Novak Djokovic, que solo pudo elogiar a Sinner diciendo que estaba preparado “para ser número uno del mundo”. Esta declaración del serbio, ganador de 24 grandes y uno de los mejores deportistas de la historia, hay que tomarlas en serio.
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Porque, además de su derroche tenístico, el nivel de madurez que demostró Sinner hace pensar que lo que viene será su explosión como principal rival del murciano Carlos Alcaraz, dos veinteañeros con condiciones favorables para abanderar una nueva época del tenis.
El diestro italiano cierra la temporada con 64 partidos ganados, el tercero con más triunfos por detrás de Daniil Medvedev (66) y el propio Carlos Alcaraz (65). Su año 2024 puede ser una consagración.
“Tenemos mucha hambre de seguir ganando títulos”, aseguraba en rueda de prensa el número cuatro del mundo. Toda una declaración de intenciones. A la comparecencia llegó tranquilo y mordiendo una manzana. Y eso que acababa de darle un bocado a la historia del tenis.