El búlgaro Grigor Dimitrov parece imparable en el Masters 1.000 de París, donde doblegó este sábado al griego Stefanos Tsitspas por 6-3, 6-7 (1) y 7-6 (3) camino de su primera final en la capital francesa, la primera en un torneo de esta categoría desde 2017.
Fue un duelo que fue ganando en intensidad y que se resolvió tras más de dos horas y media, para afrontar en la final al ganador del choque entre el serbio Novak Djokovic, número 1 del mundo, y el ruso Andrey Rublev, quinto.
A sus 32 años el búlgaro parece haber recobrado la forma que le llevó a ser tercero del ránking hace seis años, propulsado por un tenis de mucha clase y su inconfundible revés a una mano que llevó a compararle con el del suizo Roger Federer.
Tras haber derrotado al tercer favorito en segunda ronda, el ruso Daniil Medvedev, superó en semifinales a su segundo top-10, el número 6, que se quedó a las puertas de su cuarta final del año.
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Para Dimitrov, que jugaba sus segundas semifinales consecutivas en Masters 1.000, tras haber perdido las de Shangai contra el ruso Andrey Rublev, será su segunda final del año tras la que perdió en Ginebra, el premio a la constancia que ha recuperado, como ponen de manifiesto sus semifinales de Chengdu y los cuartos de Pekín.
Es cierto que en el último Masters 1.000 del año muchos de los patrones del circuito pagaron caro el desgaste de la larga temporada y la proximidad del Masters de Turín, que medirá a los ocho mejores en una semana.
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Pero eso no resta mérito al tenis que ha desplegado el búlgaro, el jugador que más roturas de servicio ha conseguido a lo largo de la semana, contra rivales de talla contra Medvedev o el polaco Hubert Hurkacz, uno de los jugadores que llegaba en mejor forma tras su título en Shangai.
El 17 del ránking rompió su techo en el torneo de París, donde en 2019 cayó en semifinales contra el serbio Novak Djokovic y disputará la decimoséptima final de su carrera, en busca de su noveno título, el segundo en Masters 1.000 tras el de Cincinatti de 2017.
De aquel año, el mejor de su carrera, data también su último trofeo, el de Maestros con el que se cerró la temporada.
Dimitrov sorprendió de entrada al un Tsitsipas que, por segundo año consecutivo acaba en semifinales su aventura en París.
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El griego se encontró con un 3-0 en un abrir y cerrar de ojos y arrastró ya la desventaja durante todo el set, incapaz de frenar el torrente de tenis del búlgaro.
La mejoría de juego que ha mostrado en las últimas semanas, en las que alcanzó las semifinales de Amberes y Viena tras seis torneos sin encadenar dos triunfos, no fue efectiva ante un Dimitrov que le ha tomado gusto a la pista cubierta de París.
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El segundo set fue más igualado, aunque el búlgaro dispuso de una bola para colocarse 5-4 y servicio para ganar, pero la reacción del heleno fue de altura y forzó el juego de desempate, donde no dio ninguna opción a su rival.
El equilibrio siguió en el quinto, con Tsitsipas ahora dominante, con hasta cuatro bolas para colocarse 3-1, pero Dimitrov aguantó y llevó el duelo al juego de desempate.
La emoción atenazó a ambos rivales, sus brazos se encogieron y la suerte del partido era incierta. Esta vez, en el juego de desempate, el búlgaro estuvo más acertado, con algunos golpes de gran genio.
Así consiguió Dimitrov su segundo triunfo contra el griego en ocho duelos, el primero desde 2020, también conquistado bajo techo en Viena.
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Su rival saldrá del duelo entre el número 1 del mundo, el serbio Novak Djokovic, y el ruso Andrey Rublev, cinco del ránking.