Sin excesivo brillo, pero con el aprendizaje hecho respecto al año pasado, esta vez Carlos Alcaraz no quedó deslumbrado por la inmensidad de la Catedral del tenis y dio un nuevo salto en Wimbledon al vencer, con más oficio que otra cosa, al francés Alexandre Muller por 6-4, 7-6 (2) y 6-3.
"Soy un chico que aprende rápido", expuso el murciano al rememorar cómo el año pasado Jannik Sinner se aprovechó de su inexperiencia en la pista central para hacerle daño. El italiano le venció y también le dio una lección que puso en práctica este viernes ante, eso sí, un rival de varios quilates por debajo de Sinner.
Salió más tranquilo a la pista, aunque sorprendido por el nivel de un Muller que no se dejó amilanar y que explicó en pista cómo había ganado a Arthur Rinderknech en primera ronda, mucho mejor jugador en hierba que él. Acostumbrado a los Challengers, su territorio natural, y con la credencial de top 100 apenas desde abril, Muller salió cómodo en su primera presencia en un escenario como este.
El francés, pese a venir sin prepararse Wimbledon y estar jugando en tierra hace dos semanas, se desenvolvió bien en los primeros juegos y puso en ligeros aprietos a Alcaraz, que tuvo que salvar dos pelotas de rotura en su segundo turno de saque. El aviso le sirvió para crecerse y para meterse en el encuentro.
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Siempre con cierta sensación de ir a contracorriente, por la incapacidad de concretar los puntos de rotura. Fue un partido horrible en ese apartado (2 de 14) y en parte explica por qué se le atragantó tanto Muller, que solo cedió el primer parcial tras salvar dos puntos de set y se llevó el segundo hasta el desempate, donde Alcaraz necesitó una dosis extra de agresividad para apabullar al francés.
Subió más a la red, buscó más la media pista y selló el parcial con un bote pronto sensacional que apagó la posible rebelión de Muller.
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Pero si algo hay que reconocerle al francés es su capacidad para no desfallecer pese a ir dos sets abajo en la central con el número uno del mundo. Mientras Alcaraz se refrescaba con una toalla de hielo por el calor en Londres -máximas temperaturas del torneo, Muller se sostenía y no se dejaba ir.
Con una ventaja considerable, Alcaraz no se pudo desconectar, porque Muller, disfrutando de la situación, tenía mucho más peligro que Jeremy Chardy en primera ronda. De hecho, el galo (29) cometió menos errores no forzados del español (40), síntoma de que el partido de Alcaraz estuvo lejos del brillo necesario ante rivales de más caché.
Fue un claro ejemplo de que los más grandes ganan hasta jugando mal, o al menos no tan bien como desearían. Una habilidad necesaria para las primeras rondas y sobre todo en un deporte tan cargado como el tenis, en el que se juegan decenas de partidos al año.
Sus estadística mostraron un partido irregular, pero lo que importa es el resultado. Triunfo en tres sets, sin excesivo desgaste y perfecto para volver a saltar a pista este sábado, cuando se mida al chileno Nicolás Jarry o al australiano Jason Kubler. Alcaraz sigue dando los pasos necesarios en Wimbledon.
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