Las autoridades de Rumanía protestaron enérgicamente este martes por el trato "deshonroso" que a su juicio sufrieron dos de sus gimnastas olímpicas en el ejercicio de suelo el lunes, donde la brasileña Rebeca Andrade se alzó con el oro.
Ana Barbosu y Sabrina Voinea quedaron fuera del podio al término de la final, por detrás de Andrade, la estrella norteamericana Simone Biles, plata, y su compatriota Jordan Chiles, bronce.
Pero las dos criticaron la forma como se desarrolló la prueba, y salieron del Bercy Arena entre lágrimas.
Ana Barbosu, de 18 años, fue anunciada inicialmente como medallista de bronce, e incluso sacó la bandera rumana para celebrarlo, antes ser relegada a la cuarta posición porque los jueces habían reevaluado al alza la calificación de Chiles.
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Sabrina Voinea, quinta, impugnó sin éxito su resultado.
"Hice mi mejor ejercicio", y "no entiendo por qué fui penalizada. Sé que merecía una nota mejor", declaró a la prensa la gimnasta de 17 años.
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Su madre y entrenadora, Camelia Voinea, anunció poco después en Facebook su retirada del circuito.
La leyenda Nadia Comaneci entró en el debate, saliendo en defensa de las dos jóvenes gimnastas en una serie de mensajes en la red X, en los que pidió revisar la calificación de Sabrina Voinea y velar por la "salud mental" de las deportistas.
Ante el escándalo, la federación rumana de gimnasia anunció el martes su intención de presentar dos demandas ante el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS), según dijo a AFP su presidenta, Carmencita Constantin.
El primer ministro anunció incluso que ha decidido no participar en la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos de París el domingo próximo.
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"Nuestras atletas han sido tratadas de forma totalmente deshonrosa", estimó Marcel Ciolacu, que habló de "injusticia flagrante".
El jefe del gobierno rumano prometió a ambas que serán "tratadas como campeonas olímpicas" a su regreso al país, donde los medallistas de bronce tienen derecho a una recompensa de 60.000 euros.
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