La boxeadora dominicana María Moronta competirá en París en sus segundos Juegos Olímpicos y lo hace convencida de que asumir ese deporte desde la adolescencia fue su mejor decisión, pues se ha establecido en la selección nacional de su país y pudo abandonar la venta callejera de huevos hervidos.
Moronta, peleadora de los 66 kilos, espera que en esta oportunidad -con más experiencia y menos nerviosismo- pueda avanzar "lo más que pueda" en la cita parisina, donde espera resultados diferentes a los de Tokio, donde ganó su primera pelea, pero perdió la siguiente.
"Soy la mayor de cuatro hermanos y desde niña me tocó defenderlos en las calles (...) peleaba mucho y jugaba pelota (béisbol), pero un día vi a un hombre con dos guantes de boxeo colgados sobre su cuello y le dije que me gustaría ir a su escuela y ahí empezó todo", le dijo a la agencia EFE la deportista de 27 años.
Nació en el sector El Hoyo de la barriada de Herrera, en el municipio de Santo Domingo Oeste, donde la pobreza la obligó a vender huevos hervidos junto a sus hermanos para poder comer "al menos dos veces al día".
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Los hermanos realizaban el trabajo en la concurrida y caótica estación de autobuses y automóviles del transporte público del kilómetro nueve de la autopista Duarte, que conecta a Santo Domingo con las regiones central y norte del país.
Su padre falleció cuando los cuatro eran niños y su madre debió mudarse a un barrio aún más deprimido, cercano a una gran cañada, hasta que un buen día el Gobierno de turno les entregó uno de los apartamentos de bajo coste que construyó para entregarlos a los habitantes del vulnerable lugar.
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Sin embargo, Moronta no permaneció mucho en su nuevo hogar por "diferencias" con su madre, quien se negaba a que abandonara su trabajo de venta de huevos para irse a practicar boxeo en las instalaciones del Centro Olímpico de la capital, donde se encuentran el gimnasio y las habitaciones para las boxeadoras.