Además de los prejuicios en su contra, Imane Khelif también luchó para financiarse sus desplazamientos desde su pequeño pueblo a la ciudad de Tiaret y después los casi 300 kilómetros que la separan de la capital, Argel.
De adolescente, la boxeadora comerció con chatarra y su madre vendió cuscús que preparaba en casa.
A horas de que Imane Khelif enfrente a la húngara Anna Luca Hamori por un puesto en las semifinales de los 66 kilos, Omar Khelif posa feliz ante la cámara, con los puños cerrados y levantando sus musculosos brazos en señal de victoria y de ánimo para su hija, de quien ahora es su máximo admirador.
"Imane es un ejemplo de mujer argelina. Es una de las heroínas de Argelia. Si Dios quiere, nos honrará con una medalla de oro e izará la bandera nacional en París", augura. "Ese ha sido nuestro único objetivo desde el principio".
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La misma emoción se vive estos días en el club deportivo de la Protección Civil local, donde Imane Khelif se inició en su deporte.
Un grupo de chicas de todas las edades calientan y saltan a la comba antes de su sesión de entrenamiento bajo la dirección del preparador Abdelkader Bezaïz.
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"Le deseamos todo lo mejor. Es realmente la deportista que nos ha hecho sentir orgullo. Ha honrado la bandera nacional. Es nuestro modelo a seguir", reconoce Zohra Chourouk, de 17 años, antes de que todo el grupo se una para entonar un "¡Buena suerte!", en su honor.
El entrenador también quiso enviarle un mensaje desde el club en el que Imane Khelif debutó. "Le digo que no se moleste por las críticas que circulan por las redes sociales. Su objetivo es claro: confundirla y hacerle olvidar por qué vino a los Juegos Olímpicos".