La participación este jueves en los Juegos Olímpicos de París de la boxeadora argelina Imane Khelif ha reabierto el debate sobre la competición deportiva de mujeres con diferencias genéticas y hormonales, una discusión que viene de largo y que ha desatado una ola de transfobia contra una deportista que en ningún momento se ha identificado como trans.
La polémica saltó después de que la púgil italiana Angela Carini se retirara de su combate contra Khelif alegando un fuerte dolor tras los golpes de su adversaria, pero la opinión pública ha encontrado otro motivo para dicha retirada: la descalificación de la boxeadora argelina de los Mundiales de Boxeo en 2023 tras no superar un test de género, que determinó "ventajas competitivas" sobre sus rivales.
También se vio afectada la boxeadora taiwanesa Lin Yu-ting -que se estrena hoy en París-, a la que, como a Khelif, no se le sometió a un examen de testosterona, "sino a una prueba independiente y reconocida, cuyos detalles se mantienen confidenciales", según un comunicado de la Federación Internacional de Boxeo (IBA).
Una polémica antigua
El caso de Khelif recuerda al de la exatleta española María José Martínez Patiño, quien en 1985 fue descalificada de la Universiada de Kobe tras un análisis sanguíneo que determinó que tenía cromosomas XY, habitualmente propios de los hombres.
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El diagnóstico de la atleta fue el de síndrome de insensibilidad a los andrógenos (SIA): personas con cromosomas XY pero resistentes a los efectos de los andrógenos, consideradas hormonas sexualmente masculinas.
Ella es una persona intersex, un "concepto paraguas que recoge muchísimas diferencias", en palabras del profesor de la Universidad de Valladolid Jonathan Ospina-Betancurt, experto en Intersexualidad y Transexualidad en el Deporte, quien explica a EFE que esta condición puede afectar tanto al sexo biológico como al cromosómico, hormonal o gonadal, entre otras características.
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"No se puede clasificar a las personas exclusivamente por unos cromosomas, por una carga genética o por unos niveles de testosterona concretos porque no existe un estanco perfecto para las categorías de hombre y mujer", subraya.
Así lo demostró Martínez Patiño a la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), ante la que evidenció que su anormalidad genética no le otorgaba ninguna ventaja. Si acaso, al contrario: "Aunque yo hubiera intentado doparme con testosterona no habría tenido efectos porque el receptor de los andrógenos no actúa. No hay respuesta del organismo", según ha comentado en una entrevista con EFE.
El 14 de octubre de 1988, después de tres años de inactividad, fue rehabilitada.