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Diana Romero (centro), campeona en el Continental de Boxeo 2022.
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Entre el boxeo y la maternidad: la emotiva historia de la campeona Diana Romero

La boyacense, de 24 años, habló en exclusiva con 'Caracol Sports' sobre su título reciente en el Campeonato Continental, en Ecuador.

A finales de marzo e inicios de abril, se disputó el Campeonato Continental de Boxeo, en Guayaquil, Ecuador. Allí, Colombia tuvo una buena presentación, consiguiendo tres títulos, en total. Una de esas medallas la obtuvo Diana Romero, en la categoría de +81 kilogramos femeninos tras vencer en la final a la púgil de Barbados, Stuart Kemara. La boyacense junto a Ingrit Valencia y José Manuel Fori fueron los encargados de subir a lo más alto del podio.

En ‘Caracol Sports’ buscamos a Diana Romero para conocer un poco más de su proceso dentro de este deporte y nos contó lo duro que fueron sus inicios, el obstáculo que después se volvió motivación y el sueño preciado de estar en París 2024.

“Desde muy pequeña a mí siempre me gustaron los deportes de combate. Curiosamente, yo nunca he sido peleona. Yo comencé en el judo y estaba muy metida en este deporte pero en Boyacá hubo un problema; se acabó el convenio con ésta Federación y me quedé sin hacer nada. Ahí un entrenador me dijo que me metiera al boxeo y me gustó. Tenía 17 años”, contó, emocionada, la boxeadora.

Pero como en Colombia, nuestros deportistas no la tienen tan fácil, en 2017 Diana pasó por una situación crucial. “Cuando estaba en mi mejor momento, luego de quedar campeona de un torneo departamental, quedé embarazada. A mí me dio muy duro, no estaba preparada porque solamente tenía 19 años. Era como una niña criando a otro niño. Los primeros meses fueron complicados para mí; eso de cambiar pañales o levantarme temprano porque el bebé empezaba a llorar no era lo mío. Menos mal mi mamá me acompañó en todo esto”, acuñó Diana.

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Esta situación puso contra las cuerdas a la joven Romero que llegó a pensar, en algún momento, en dejar el boxeo, definitivamente. En gran parte, la idea había nacido de los comentarios malintencionados que le hicieron sus seres cercanos. “Uno con un hijo no sirve para nada”, “olvídese de ese boxeo y póngase a trabajar”, fueron algunos de los mensajes que llegó a recibir.

La cizaña le dio más fuerzas a Diana, quien cuando cumplió su dieta de maternidad comenzó a pensar en volver a los gimnasios para subirse al ring. “Le dije a mi mamá que me ayudara cuidando al niño y me hizo el favor. Ella ha sido clave en todo el proceso porque me ha acolitado todo. Yo me prometí callarle la boca a todos los que me dieron la espalda y lo logré”.

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Diana Romero se ha encargado de romper con estereotipos establecidos en nuestro país. El boxeo no ha sido un deporte característico de la región boyacense y mucho menos en categoría de pesos mayores. En Colombia, la mayoría de púgiles se han destacado en peso wélter júnior, peso gallo o en pesos medianos. Diana, sin embargo, gracias a su contextura, suele pelear en los +75 kgs. Ella misma cuenta cómo ve esta situación.

“Hasta ahora se están estrenando mis categorías a nivel mundial. Incluso, en los Continentales de Ecuador yo tuve que competir en los +81 kilogramos. O sea, tuve que subir de peso para poder competir allí, porque no había competencia de mi categoría. Era una odisea ir al control de peso porque en los entrenamientos quemaba y lo que comía no era suficiente. Me tuve que poner cosas en el pecho para poder dar el peso. Era chistoso ver cómo mis compañeros aguantaban hambre para no pasarse ni un gramo y antes a mí me daban más comida”, contó la boxeadora de 24 años.

Pero todo el esfuerzo valió porque en Guayaquil, a pesar de todas las adversidades, Diana consiguió pasar ronda a ronda hasta colocarse en la final. El calor costero también estaba incomodando a la boyacense acostumbrada al frío característico de Tunja. El combate definitivo fue contra Stuart Kemara y Romero contó cómo lo planeó.

“Yo no la conocía entonces me tocó tomar con cautela el primer asalto. La motivación de representar a mi país me ayudó y fui manejando las cosas bien. En cada descanso no me sentaba, porque a mí no me gusta ni que me echen agua ni que me pongan hielo. Cuando dijeron mi nombre en la decisión final fue una alegría indescriptible”, relató Diana.

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Su llegada a Tunja fue entre bombos y festejos. Incluso, semanas después de su arribo, dice que aún la llaman amigos para hacer reuniones de celebración. Volver a ver a su hijo también fue una tranquilidad que saben las madres. Diana relata que mientras estaba en Ecuador, Juan, el pequeño de cinco años, la llamaba y le preguntaba: “Mami, hoy vas en la esquina roja o en la azul”, una señal del gusto que le ha cogido el pequeño niño al deporte.

“Ganar este torneo me convenció para luchar por ganarme un cupo en el ciclo olímpico para asistir a París 2024. Voy a seguir trabajando para que ese sueño que todo deportista quiere, yo lo pueda vivir”, culminó.

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