Para nadie es un secreto que el ciclismo élite es una actividad que requiere de mucho sacrificio y esfuerzo diariamente. Basta con ver a los pedalistas cómo entrenan en sus pretemporada para llegar a recorrer más de 30.000 kilómetros en un año. Por eso, no es fácil chocarse con el mundo del profesionalismo y esto le sucedió a Xandres Vervloesem, ciclista belga, quien era una de las grandes promesas mundiales.
Desde las categorías menores, el belga se mostraba como uno de los más talentosos sobre la bicicleta. Incluso, en la Aubel-Thimister-La Gleize, importante carrera juvenil, derrotó a Remco Evenepoel y Thomas Pidcock, quienes ahora brillan en lo más alto de la élite. Sin embargo, a pesar de todo el éxito que tuvo al comienzo, no consiguió seguir por ese camino, debido a varias circunstancias.
“La diversión empezó a desaparecer cuando llegué al equipo de desarrollo del actual DSM a los 18 años. De repente me di cuenta de que ser ciclista era mucho más que andar rápido en bicicleta. Los números comenzaron a rastrear mi vida y eso me rompió”, fueron las palabras iniciales del joven Vervloesem, en diálogo con el medio 'Sporza'.
También relató cómo fue el golpe de sus primeras frustraciones profesionales: “Incluso cuando era muy joven, el ciclismo era lo único que me caracterizaba y es algo peligroso en lo que perderse. Viví como un padre porque pensé que correr me hacía feliz, pero perdí el equilibrio y era lo que menos me hacía feliz. Caer en mi primera carrera profesional fue el punto de quiebre. Me fui al suelo en Le Samyn y nunca lo superé mentalmente. Trabajé duro en los meses de invierno y después de ese accidente sentí que todos esos esfuerzos fueron inútiles”.
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La parte mental es muy importante en un ciclista, casos como el de Tom Domoulin han puesto como tema de conversación global este aspecto crucial, que también sufrió Xandres Vervloesem: “Siempre me preguntaba si era lo suficientemente fuerte. Vi a mis compañeros eclosionar, mientras yo todavía estaba en la hoguera. Esto creó más presión y me hizo cada vez más infeliz. No era andar en bicicleta solamente. Correr otra vez me hubiera hecho más daño. Creo que otros ciclistas también sienten lo que yo siento, pero nadie quiere demostrarlo".
Para terminar, contó cuál fue su última decepción: “Cuando conocí a mis ídolos también perdí la pasión por el ciclismo, resultaron ser personas normales y con muchas inseguridades. Vi lo que significaban sus vidas como atletas de élite y me pregunté si eso era lo que realmente quería”
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Después de todo este amargo episodio que atravesó en el ciclismo, el belga quiere dejar a un lado el deporte y retomará la carrera de Ciencias Ambientales y Naturales en la Universidad de Amberes. Ya tiene un objetivo claro, de cara al futuro: “Espero algún día colaborar en tecnologías innovadoras para convertir aguas residuales en agua potable”.