Las dudas y certezas que aparecían en la salida de la Vuelta a España en el Monasterio de los Jerónimos de Belém en Lisboa dejaban entrever una de las ediciones más abiertas de los últimos años.
Algunos de los que habitualmente entregan hasta el último gramo de sus fuerzas en favor del líder único del equipo podían estar ante una oportunidad única para reivindicarse como candidatos a ganar una gran vuelta por etapas. La Vuelta a España 2024 se presentaba como una ocasión excepcional para poder hacerlo.
Las miradas hacia Mas y Landa y también Rodríguez
Buena parte de las miradas del ciclismo español se dirigían a Enric Mas (Movistar) y Míkel Landa (T Rex-Quick Step), aunque también le llegaban a Carlos Rodríguez (INEOS Grenadiers). Desde que en 2014, Alberto Contador se impuso en la Vuelta en Santiago, que acogió el final por ser año santo, ningún otro ciclista nacional ha vuelto a poner los pies en lo más alto de un podio de una grande.
🫣 Yes, that gave us a scare too. 🙏 What a save by Enric Mas - @Movistar_Team!
— La Vuelta (@lavuelta) August 25, 2024
🚨 Don’t do this at home!
😰 Sí, también nos hemos pegado el susto. 🙏 Qué salvada de @EnricMasNicolau.
🚨 Solo los profesionales pueden bajar a esas velocidades.#LaVuelta24 pic.twitter.com/FyBJhKE03W
El mallorquín como líder único de los telefónicos, llegaba a la capital lisboeta tras una irregular temporada en la en el Tour de Francia no había estado en ningún momento cerca de poder pelear con los tres galácticos: Tadej Pogacar (UAE Emirates), Jonas Vingegaard (Visma-Lease a Bike) y Remco Evenpoel, entonces Soudal-Quick Step, ahora T Rex-Quick Step.
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Reinventarse en el Tour
Enric Mas acabó dentro del top-20, en el puesto 19, muy lejos de sus aspiraciones iniciales, pero también supo reinventarse en la última semana para buscar un triunfo parcial que, aunque no llegó, lo tuvo en un par de ocasiones al alcance de la mano.
La positiva evolución que tuvo en las carreteras francesas le permitió llegar a la capital lusa con renovadas ambiciones para intentar pelear por todo. En Hazallanas, camino de Granada, Mas olió la crisis de Roglic y sacó partido de ello, aunque añadió un tremendo susto. El calor también se alió con él.
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