Al belga Wout van Aert no le consoló haber mantenido el maillot amarillo del Tour de Francia, tras la quinta etapa, con once tramos adoquinados, en la que su equipo, el Jumbo, esperaba mostrarse ofensivo y acabó obligado a defenderse.
"Ha sido un día de mierda", dijo Van Aert, que sufrió una caída a más de 70 kilómetros de la meta y que consagró buena parte de sus fuerzas a minimizar las pérdidas de tiempo de su compañero Jonas Vingegaard, segundo de la pasada edición y víctima de una avería mecánica.
Se implicó tan bien en esa tarea que en la meta conservó el maillot amarillo con una renta de 13 segundos sobre el estadounidense Neilsen Powelss.
"Pensaba que perdería el liderato tras la caída, porque estaba muy lejos de los favoritos. Yo me he limitado a trabajar para Vingegaard, para minimizar las pérdidas. No he visto que Roglic se había caído", señaló el belga.
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Roglic acabó cruzando la meta con más de 2 minutos de desventaja respecto a su compatriota Tadej Pogacar.
Pero Van Aert consideró que si la caída que sufrió no le deja secuelas físicas sigue siendo "uno de los más fuertes del pelotón" y, por tanto, uno de los rivales para el podio.
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"Un minuto puede parecer mucho, pero no es tanto, tenemos dos corredores muy fuertes en el equipo y Vingegaard está muy cerca en la general", señaló.
Pese a la mala suerte que tuvieron, Van Aert indicó que la etapa demuestra la fortaleza del Jumbo, aunque lamentó que una jornada que tenían señalada para recuperar tiempo tuvieran que afrontarla "a la defensiva".
El belga aseguró que la caída le dejó "algo aturdido" y, por eso, poco después estuvo a punto de chocar contra un coche del equipo DSM. "Por poco no tengo otra caída más grave", dijo.
Repuesto del susto, Van Aert completó una gran etapa que permitió a Vingegaard perder solo 13 segundos con respecto a Pogacar. "He sentido que mis piernas volvían a estar bien, no creo que tenga nada grave", afirmó.
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