El maillot amarillo del Tour de Francia, el danés Jonas Vingegaard, se mostró satisfecho de haber conservado el liderato sin ceder segundos al esloveno Tadej Pogacar, que le atacó en varias ocasiones en el ascenso al Alpe d'Huez.
"Para el primer día en amarillo de mi carrera ha sido una jornada excepcional. Vestir el 'maillot jaune' es el sueño de todo ciclista y poder hacerlo en medio de tanta gente es algo especial", dijo el corredor del Jumbo.
Vingegaard aseguró que la táctica de su equipo era endurecer la carrera, no para buscar la victoria de etapa, sino para evitar el mayor número posible de ataques.
"Cuanto más duro fuera el día mejor era para mí en la última subida. Así sería menos explosiva y eso me conviene más. Soy mejor en esa situación, cuando la fatiga es alta, que cuando todo el mundo está fresco y puede atacar", comentó.
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Pese a ello, Pogacar le lanzó varios ataques a los que pudo responder y no perdió tiempo en la meta: "Él estaba muy fuerte, pero yo estaba tan fuerte como él. He sido capaz de no perder tiempo, es una buena jornada".
Para Vinegaard fue fundamental la compañía de su equipo, en el ascenso al Alpe d'Huez. Durante la primera parte de la subida, Wout van Aert se encargó de poner el ritmo y después fue Sepp Kuss el que lideró el lote principal, dejando regados a corredores como Nairo Quintana, David Gaudu, Adam Yates y Romain Bardet.
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Vingegaard consideró "una locura" rodar entre tantos aficionados como los que se agolparon en el Alpe d'Huez en un 14 de julio, día de la fiesta nacional francesa, pero reconoció que eso también incrementa el riesgo de contraer la COVID-19.
"Hay un riesgo mayor de ser contagiado cuando los espectadores nos gritan a la cara. Esperemos que nadie se contagie, no es la forma más bonita de dejar el Tour", señaló.