"Somos de los últimos que todavía lo hacemos". El microcosmos del ciclismo se resigna a vivir un nuevo Tour de Francia bajo el protocolo sanitario, a diferencia de la gran parte de los deportes, en los que el COVID-19 es un lejano recuerdo.
Cuando casi el mundo entero ha olvidado las mascarillas, en Bilbao, donde el sábado comienza el Tour de Francia, habrá que sacarlas del cajón... Como en las tres últimas ediciones, periodistas e invitados deberán llevarlas cuando estén en contacto con los corredores.
Expresiones que ya parecen de otra época, como "distancia social", regresan con la Grande Boucle: Los ciclistas tienen como consigna evitar selfies y autógrafos.
"Por el contrario, no llevarán mascarillas en el podio. No queremos un contraste total entre la vida normal y nosotros", subraya el director del Tour, Christian Prudhomme, a la AFP, lamentando no poder "dar la mano a los corredores" por cuarta edición consecutiva.
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El reglamento de la Unión Ciclista Internacional (UCI) no obliga a los organizadores de las carreras a imponer este protocolo, ni a los equipos a hacer tests a los corredores, tampoco a excluirlos en caso de dar positivo, como sí era la norma en los tiempos duros de la pandemia.
Pero Amaury Sport Organisation (ASO), la empresa que organiza la prueba, quiere evitar lo que ocurrió en el Giro de Italia, con varios abandonos por el covid-19, entre ellos el de Remco Evenepoel cuando lucía el maillot de líder.
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"Pero, ¿por qué hacen eso?"
Por esta razón se ha impuesto el principio de precaución, lo que ofrecerá la impresión de que el Tour vive en un mundo paralelo, con escenas difíciles de comprender como los ciclistas llevando la mascarilla para hablar con los periodistas y quitándola para besar o abrazar a familia y amigos.
Cuando toman la palabra, los deportistas dicen aceptar sin problemas las medidas sanitarias. En ocasiones, incluso se adelantan, como la estrella francesa Julian Alaphilippe que en el avión que lo llevó a la Dauphiné constató que era "uno de los únicos en llevar una mascarilla" porque tenía "demasiadas ganas" de estar en el Tour, tras perderse por lesión la pasada edición.
"Vemos que los equipos apretan según se acerca el Tour. Los Jumbo-Visma (la formación del vencedor saliente Jonas Vingegaard) llevan todo el tiempo la mascarilla. Tienen mucho cuidado", subraya Prudhomme, que reconoce el desconcierto en el mundo deportivo. "Recientemente jugadores de rugby me dijeron, 'por qué hacen eso?'", recordó.
Positivo, para casa
"Somos los últimos que lo hacemos, pero una vez que el COVID-19 está en el pelotón, lo hemos visto en el Giro, es muy difícil de pararlo porque pasamos toda la jornada respirando el aire del otro", explica el ciclista francés Thibaut Pinot.
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Philippe Mauduit, director del equipo Groupama-FDJ, dice tener una opinión "dividida" sobre las medidas que su deporte impone, recordando que por ejemplo los jugadores de rugby también están muy juntos en los partidos y luego "se abrazan bebiendo cervezas".
En caso de test positivo, el principio que mantienen la mayor parte de los equipos es el de de enviar al ciclista a casa. "No quiero tener la muerte de un joven de 23 años siendo consciente", dijo con dureza el patrón del equipo Soudal-Quick Step, Patrick Lefevere, para justificar la retirada de Evenepoel del Giro .
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