Desde que, la mano en el corazón, escuchó el himno de Colombia sonar en los Campos Elíseos de París por vez primera en la historia para saludar al ganador del Tour, Egan Bernal no había recorrido la avenida parisiense montado en una bicicleta.
El ciclista se retiró el año siguiente tras ceder una minutada en el Grand Colombier, el último col que había escalado en las carreteras francesas, porque en 2022 optó por no correr la ronda gala en beneficio del Giro de Italia, donde se impuso.
Después, aquel 24 de enero de 2022, llegó el choque contra un autobús que estuvo a punto de sacarle del ciclismo y de la vida, mientras entrenaba cerca de su Zipaquira natal y del que salió por un túnel de operaciones y tratamientos.
Durante meses, Nada hacía pensar que el primer colombiano en ganar el Tour pudiera volver a subirse a una bicicleta. Año y medio más tarde, Bernal acaba de completar un nuevo Tour de Francia, el tercero de su carrera en cuatro participaciones. Peor no es un Tour normal.
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"Tenía que volver y agradezco al equipo que me haya dado la oportunidad de hacerlo, aunque sabíamos que difícilmente podría disputar. Para mi era importante volver a estar en la carrera más importante del mundo", asegura el corredor del Ineos.
A sus 26 años, la misma edad que el danés Jonas Vingegaard, el hombre que ha logrado revalidar el título, Bernal ha transitado por este Tour como un veterano, repartiendo consejos a sus compañeros, en especial al español Carlos Rodríguez, de 22 años y debutante en el Tour, a quien en ocasiones ha aparentado apadrinar bajo su manto.
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"El equipo me dio la confianza y la libertad de hacer la carrera hasta donde pudiera, sabíamos que en algún momento iba a reventar, pero me permitieron estar ahí en la general. Cuando nos dimos cuenta de que no estaba para la general he estado al servicio de Carlitos, es bonito estar aportando al equipo", asegura.
Desgraciadamente, sus promesas y deseos de ayudar al joven ciclista a acabar sobre el podio de París chocaron con la imposibilidad de seguir el ritmo de los más fuertes de uno de los Tour más rápidos de la historia.
Bernal acabará en el puesto 36 a más de 2 horas del ganador, pero con la sensación de que ha conquistado una batalla en las carreteras francesas.
El colombiano llegó a Bilbao como uno de los tres únicos componentes del pelotón que conocía el primer escalón del podio de París, junto a Vingegaard y el esloveno Tadej Pogacar, y con la promesa de buscar el nivel que le convirtió en el mejor ciclista del mundo y al que se le abría un futuro brillante en el pelotón, truncado por la mala suerte.
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Ahora, sus declaraciones están algo más matizadas: "Ahora no me pregunto si algún día podré o no volver a ganar el Tour. Todo eso queda en un segundo plano cuando te das cuenta de que solo la vida tiene importancia".
"El Tour, la carrera más dura del mundo y este uno de los más duros de la historia. El hecho de estar aquí y poder aportar algo al equipo para mi es suficiente", agrega.
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Bernal ha vuelto a ver en sus propias carnes la dureza del deporte que le dio todo. En dos ocasiones, la tensión del Tour, única en todas las carreras del mundo, ha acabado con llevarle a tierra y mientras sus huesos doloridos sangraban, en su mente regresaban las imágenes de aquella jornada de enero.
"Visto lo que me pasó, cada caída es dolorosa y me hace temer lo peor", reconoce.