En la Vía a Roma, el belga Jasper Philipsen le devolvió la corona de la Milán-San Remo a los velocistas. Este sábado, después de 188 kilómetros de recorrido, el pedalista del Alpecin Deceuninck se impuso, en una cerrada definición, frente al australiano Michael Matthews. El apoyo de Mathieu van der Poel, en los últimos kilómetros, fue fundamental para que su compañero conquistara el primer monumento.
Otro año más, y van tres seguidos, Pogacar ve cómo el monumento italiano se le escapa de entre sus manos. Cruzó la meta tercero y por primera vez se subió al podio como consuelo tras una carrera en la que se presentó como gran favorito junto a Van der Poel.
Ambos rodaron en la parte de atrás del pelotón, con la confianza de saberse superiores y que, llegado el momento, no tendrían rival. Pogacar intentó atacar hasta en dos ocasiones a falta de 50 kilómetros. Sendos sin éxito.
Porque ni siquiera en el ascenso al Poggio, el monte más duro de la carrera, pudo sacar ventaja suficiente. Consiguió un hueco, una ventaja ínfima que desapareció en el descenso y que condujo el desenlace al esprint.
Publicidad
La 'volata' se preparó y Van der Poel, ganador de la pasada edición, fue clave en la victoria. Ya no solo por haber podido contener a Pogacar en sus ataques previos, sino en la lanzada.
Preparó a Philipsen y le dio vía libre a falta de escasos metros para que el belga hiciera lo suyo. Y ahí no tiene rival. Ni el esfuerzo titánico de Matthews fue suficiente para evitar que se hiciera con su primer monumento.
Publicidad
Philipsen paró el corno en 6h y 14 minutos. Llegó a rodar a más de 70 km/h y la velocidad media de la carrera acabó siendo la más rápida de las 116 ediciones que se han disputado hasta el momento, a 46km/h de media.
Un monumento con un añadido a su palmarés. Ni Van der Poel, que fue clave en la victoria de su compañero, ni Pogacar, que vuelve a dejar escapar la "classicissima". La Milán-San Remo pertenece al velocista del momento, Jasper Philipsen.