Dicen que cuando muere el hombre nace la leyenda, en el caso de Antonio Eduardo Torres López, cariñosamente apodado “Manía”, la vieja sentencia no se cumple, desde hace varios años es una auténtica leyenda viviente del béisbol colombiano.
La impronta de Antonio Torres López comenzó desde muy temprano en su Cartagena del alma, cuando su madre Rosa López le colocó el remoquete de “Manía” en homenaje a uno de los grandes peloteros de la época Carlos “Petaca” Rodríguez, célebre por las “morisquetas” que hacía en el montículo.
“Manía” Torres comenzó su recorrido en el béisbol jugando en las polvorientas calles de Getsemaní y en los escenarios disponibles de esas calendas: el campo de la Matuna y el estadio de la Cabaña en Manga.
Siendo adolescente le tocó vivir en la capital de la República, su madre Rosa López lo internó en una guarnición militar a ver si se olvidaba de los bates y las manillas, pero en su ADN fluía la pasión por el béisbol.
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En Bogotá, en compañía de ilustres cartageneros como los hermanos Zúñiga y Vicentico Martelo, con tan solo 16 años de edad, hizo parte de la selección de Cundinamarca en varios torneos nacionales enfrentando a los grandes equipos de la región caribe.
El joven “Manía” Torres destacaba por su estatura, poder al bate y elegancia en los jardines, llegando a ser uno de los primeros peloteros colombianos en ser firmados para el béisbol organizado por los Orioles de Baltimore, alcanzando a jugar en la sucursal Triple A.
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En Estados Unidos, en la década de los 50, fue compañero de Inocencio “La Yuya” Rodríguez, el pelotero colombiano con más poder en ese entonces; le tocó vivir en carne propia la segregación racial imperante en ese momento.
En la primera época del béisbol colombiano (1948-1958) demostró su calidad haciendo parte del histórico equipo “Indios de Cartagena” en dos temporadas y con los “Elegantes del Vanytor de Barranquilla”, en cinco campañas, jugó también béisbol profesional en Nicaragua y la Florida.
Con los conocimientos adquiridos en tantos años de trasegar por el béisbol en Colombia, Estados Unidos y el caribe, dio el salto cualitativo convirtiéndose en un entrenador con un amplio legado de triunfos nacionales e internacionales.
En una época donde ser presidente de la Liga de Béisbol de Bolívar o manager de la selección, era tan importante como ser Alcalde de Cartagena, “Manía” Torres comenzó su recorrido triunfal en 1959, luego llevó a su departamento a mantener la hegemonía nacional en 1960, 1963, 1968, 1979 y 1985.
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Torres impuso un nuevo estilo en la confección de los equipos de Bolívar y Colombia, priorizaba a los jugadores de gran estatura, fuerza y talento, entonces aparecieron. entre otros: Abel Leal, Luis “Bartolo” Gaviria, Humberto Bayuelo, Orlando “Ñato” Ramírez, Pompeyo Llamas, Nelson y Orlando García.
El estratega combinaba magistralmente a los jugadores de poder natural con los talentosos naturales como José Migue Corpas, Luis “Chino” Herrera, Evaristo Martínez, Alcibíades Jaramillo y Alejandro Lían, entre otros.
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Con Bolívar ganó varios torneos nacionales en forma invicta, siendo llamados en esas épocas los “Tractores”, por su paso arrollador sobre los rivales de turno. Como era lógico, recibía el respaldo de los dirigentes de la federación para ser el manager de la selección nacional de Colombia.
Durante 25 años (1961-1968) estuvo al frente de la Selección Colombia de Béisbol en eventos internacionales, dejando siempre en alto el nombre del país; Panamá, Venezuela, Cuba, Guatemala, Nicaragua, Japón, Corea del Norte, Estados Unidos, Jamaica, República Dominicana, son testigos excepcionales del estilo de “Manía” Torres.
El piloto de caminar pausado dirigió a Colombia en ocho Series Mundiales Aficionadas, un Pre-Mundial de Béisbol, dos Juegos Panamericanos, dos Juegos Bolivarianos, dos Series Internacionales de la Amistad y en un Torneo Norte-Centroamericano y del Caribe (Norceca), con una medalla de oro, tres de plata y tres de bronce.
La medalla de oro en los Juegos Bolivarianos de 1973 tiene una connotación histórica, los “Hijos de Manía”, como le decían los narradores y comentaristas especializados, le dieron a Colombia la primera presea dorada en las justas tradicionalmente dominadas por Venezuela.
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En 1971 “Manía” Torres condujo a Colombia a la consecución de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos realizados en Cali. En ese mismo año la novena nacional se colgó la medalla de plata en la Serie Mundial de Béisbol Aficionado realizada en La Habana (Cuba).
En ‘’Manía’’ Torres se conjuga una buena parte de la brillante historia del béisbol de Cartagena, con Álcalis de Colombia y el Kola Román; con los seleccionados de Bolívar y de Colombia.
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Como pelotero, brillando con luz propia tanto en la rama aficionada como en la profesional, en Nicaragua y en Colombia; y como técnico, porque llevó a Bolívar y Colombia a los puestos de vanguardia en más de una oportunidad, dirigiendo a los peloteros que siempre lo respetaron y le obedecieron, hasta el punto que escuchar en el banco de juego ‘’Señor Torres’’. No era una casualidad sino el ejercicio sano del deporte y la acogida que tenía entre sus pupilos, los peloteros, cuyo respeto se ganó a base de una fluida comunicación y la espontaneidad con que los motivaba para salir a los diamantes de juego.
Con el seleccionado de Bolívar coleccionó 12 títulos nacionales de béisbol de las 14 contiendas en donde actuó como estratega, exhibiendo orgullosamente la proyección que le había dado al equipo como ‘’los tractores del béisbol’’, perfilando a su manera la estructura física y mental de sus peloteros, a la sazón, imitando a los famosos Yankees de Nueva York, su amado equipo de las Grandes Ligas.
Antonio Eduardo Torres López, una leyenda viviente del béisbol colombiano, el apodo de “Manía” endilgado por su querida madre, es un homenaje poético a otro grande del béisbol colombiano Carlos “Petaca” Rodríguez, es el gran referente de los managers en nuestro país.
Federación Colombiana de Béisbol
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