En 1978 el terreno era conocido como la vereda La Honduras. Cuando Pablo Escobar
adquirió el predio y lo unió a otras tierras, construyó la tristemente célebre Hacienda Nápoles. Sus bastas llanuras se convirtieron en un gigantesco zoológico.
“Cuando empezaron a llegar los animales para nosotros era especial venir a Nápoles porque nos veníamos la familia completa a recorrer todos esos caminos, a recoger mangos, a ver los hipopótamos y las crías. Inclusive, a veces nos hacían correr”, cuenta Virgelina Tirado, habitante de la zona.
El primer grupo de animales traído a Nápoles fue comprado a los propietarios de un zoocriadero en Dallas, Estados Unidos, que los traían de África. Así fueron llegando los especímenes al Magdalena Medio, cuenta el hijo del capo, Juan Pablo, en el libro Pablo Escobar, mi padre:
Fue traído en un barco alquilado que atracó en el puerto antioqueño de Necoclí sobre el mar Caribe, distante 400 kilómetros de Medellín. (…) Como los viajes en barco eran más demorados y los animales estaban expuestos a mayores riesgos, mi padre decidió traerlos en vuelos clandestinos, es decir, en desembarcos exprés.
Pronto Nápoles empezó a tomar forma y, de paso, cambió la historia de la región, pues allí floreció el turismo, relata Orlando Isaza, extrabajador de la hacienda.
“Eso fue un boom en la región porque imagínese, por aquí traer un hipopótamo, traer una jirafa, nunca se había visto, entonces la gente ya quería venir a mirar, a conocer la historia de esos animales”, describe.
Publicidad
La Aldea Plaza o Santorini fue otro de los sitios emblemáticos en la década de 1980. Todo aquel que fuera invitado a la Hacienda Nápoles debía pasar por allí a recoger las boletas. El sector, réplica de una población griega, sobrevivió al tiempo y sobre todo a la mala imagen del capo y hoy se ha convertido en una de las zonas turísticas más visitadas.
Entre los turistas hay una anécdota y es que a Pablo Escobar “se le perdió la argolla en un charco, entonces en ese tiempo ofreció una recompensa para el que encontrara esa argolla, pero hasta la fecha no sabemos si la encontraron o no”, dice Adriana Molina, guía turística.
Publicidad
De la Hacienda Nápoles los colombianos vieron sus vestigios: la plaza de toros, una colección de autos quemada, piscinas agonizando, caletas saqueadas y rinocerontes sin dueño; la guerra de Escobar convirtió el predio en su fortín y de pasó condenó a sus animales.
Entre los pocos sobrevivientes está el hipopótamo, el más emblemático y complejo, pues como especie invasora es un dolor de cabeza para las autoridades ambientales.
Tras una larga batalla judicial, finalmente el 16 de febrero de 2004 el Estado logró la extinción del predio de 3 mil hectáreas y desde allí se inició otro largo proceso para llegar a lo que es hoy el parque temático Hacienda Nápoles.
El empresario Óscar Jairo Orozco ha liderado el nuevo concepto del parque, ahora convertido en un santuario de protección de fauna amenazada y diversión familiar.
Tiene “una app, una asociación pública privada, el Estado colocó el bien, un bien que no es cualquier bien, un bien absolutamente estigmatizante para Colombia en el mundo, pero es que un bien, así sea estigmatizante, con una idea ganadora y una buena ejecución puede transformar una sociedad”, afirma Orozco.
Publicidad
Él reconoce que “acá pasaron cosas muy graves y la historia no la podemos desconocer, por eso tenemos el museo de la infamia donde contamos la historia desde el punto de vista de las víctimas, no del victimario. Ahí lo tenemos y no lo podemos olvidar, pero eso es punto de partida para la transformación y vamos muy adelante”.
Otros temas del especial Pablo Escobar, 30 años de su caída:
- Guillermo Cano le quitó la máscara a Pablo Escobar y lo pagó con sangre: así lo mataron
- Otro vil crimen de Pablo Escobar: Carlos Mauro Hoyos, el procurador que se convirtió en mártir
- El día que Pablo Escobar casi mata a Andrés Pastrana: una casualidad lo salvó y fue presidente
- Pablo Escobar gozaba matar: mandó a acribillar a Rodrigo Lara con 2 sicarios que dispararon 25 veces
Publicidad