En Candelillas de la Mar, en Nariño, en la frontera entre Colombia y Ecuador, vive Wiz, un gallinazo al que Teresa Banguera halló abandonado en un nido. Hace dos años lo llevó a su casa y lo acostumbró a ser su mascota.
La dueña del ave de carroña contó que al "animalito me lo saqué de un palo, me subí a un árbol y de un hueco lo saqué, me lo traje a mi casa y yo lo domestiqué así”.
“Yo me hago la dormida, me quedo ahí, ve que no me muevo agarra y ‘tac, tac, tac’ (en la cabeza) a ver si ya estoy despierta”, agrega la mujer de 70 años que se dedica a la recolección de concha.
Según ella, el gallinazo no se alimenta de desperdicios, sino que come "carne, pescado, él se baña, bebé agua limpia, desayuna y se va. Al almuerzo llega y cuando me voy por acá hasta el muelle llega y de allí se regresa".
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Teresa asegura que su rara mascota tiene toda la libertad para regresar a su hábitat natural, pero esta parece preferir la vida doméstica que hasta hoy lleva.