El volcán Nevado de Santa Isabel, ubicado en la Cordillera Central colombiana, entró en alerta amarilla. El Servicio Geológico Colombiano. SGC, vigila segundo a segundo a este gigante, que llevaba tranquilo muchos años.
"La alerta amarilla indica que hay variaciones en la actividad del volcán, que están por encima de un nivel de reposo. Este volcán califica para ello porque en los últimos años ha estado mostrando levemente, de manera paulatina, un incremento en su actividad sísmica", señaló John Makario Londoño, director de geoamenazas del Servicio Geológico Colombiano.
El complejo de domos, ubicado entre los departamentos de Caldas, Risaralda y Tolima, mostró inestabilidad sísmica debido al fracturamiento de rocas.
John Makario Londoño agregó que "adicionalmente se presenta una deformación en la parte nororiental del mismo, lo que implica que la actividad de este volcán está por encima de un nivel base y eso es lo que genera un nivel de alerta amarilla y cambios en la actividad del volcán".
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El Servicio Geológico Colombiano emitirá continuamente boletines sobre la actividad del volcán Nevado Santa Isabel.
Cabe destacar que recientemente, el Servicio Geológico Colombiano cambió la forma de medir el riesgo volcánico. El nuevo esquema busca optimizar los procesos de comunicación y la articulación con las agencias que responderían en caso de que un volcán entre en proceso de erupción.
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El nuevo esquema de medición de la actividad volcánica que realiza el Servicio Geológico Colombiano en 25 estructuras volcánicas del país estará categorizado en estados de alerta volcánica representados en los mismos 4 colores del esquema anterior.
“Antes teníamos un sistema de niveles de actividad: verde, amarillo, naranja y rojo. Estos niveles de actividad cambian ahora a lo que denominamos esquema de estados de alerta volcánica, es decir, la actividad se medirá por alertas volcánicas verde, amarillo, naranja y rojo”, manifestó John Makario Londoño, director técnico de geoamenazas del SGC.
Con el nuevo esquema se espera optimizar los procesos de comunicación y articulación con todas las entidades que participan en la gestión del riesgo volcánico. Esto, con la probabilidad de erupción en todos los estados de alerta.