Un caso de violencia intrafamiliar se registró en el 2010 cuando un hombre estaba con su hijo de 6 años almorzando en un restaurante en Chía, Cundinamarca. En ese momento, se dio cuenta que la madre del niño, de quien se había separado por haberla agredido, se encontraba también en el lugar.
Después de tomarle fotos con su celular, haló a su hijo y lo llevó hasta la mesa en la que ella estaba con una prima y varios amigos. Delante del niño la insultó con palabras denigrantes, le dio cachetadas y golpeó con una bandeja a uno de los amigos de la señora. Conozca el caso y la sentencia de la Corte Suprema de Justicia que determina que exponer a los hijos a presenciar actos de violencia intrafamiliar constituye un maltrato a los menores.
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El niño lloraba y le pedía a su padre que no golpeara más a su mamá, pero el hombre permaneció con su hijo para que observara la agresión. Tras esta situación, la Fiscalía le imputó el delito de violencia intrafamiliar agravada y señaló que no solamente por lo ocurrido con la madre sino también con el niño porque tuvo que presenciarlo todo. Sin embargo, en primera y en segunda instancia fue condenado por violencia intrafamiliar, pero solo por una victima: su exesposa. La pena impuesta fue de seis años de prisión.
El caso llegó a la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia que determinó que frente a los golpes del hombre a su exesposa se configuró el delito de lesiones personales, pues no se podía hablar de violencia intrafamiliar porque estaban en un proceso de divorcio, ya no vivían juntos y su unidad familiar estaba rota.
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En el caso del menor dijo la Corte que sí se configuró violencia intrafamiliar, no solo por el sufrimiento del niño psicológicamente, pues fue sometido a observar el maltrato a su mamá, sino también porque las acciones del padre afectaron el vínculo familiar. Además, el hombre actuó con intención ya que prácticamente obligó al niño a observar los golpes que le proporcionaba a su expareja. Frente a esta situación, el niño respondió sobre la relación de sus padres y sus sentimientos hacia él: "Es mala, porque mi mamá le tiene miedo a mi papá y yo también le tengo miedo a mi papá".
En la declaración, el niño agregó: "cuando yo vi que le empezó a pegar y a tirar el plato de comida, me puse a llorar. A mí me dio como miedo, me sentí mal. A mí no me gusta que le peguen a mi mamá, porque es mi mamá. Subimos al segundo piso y yo seguía llorando. Él me volvió a bajar y me sacó del restaurante, pero yo estaba llorando".
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El alto tribunal señaló que "el relato del afectado es digno de crédito, no solo porque encuentra corroboración con otros medios de prueba, sino por su comportamiento durante el juicio y la forma de sus respuestas, sin que se avizore que haya alterado su visión de lo ocurrido y la percepción frente a su padre, como al parecer lo sugiere el defensor".
Para la Corte, esta situación evidencia que el agresor sabía que con sus actos iba a afectar al niño y por eso la sala determinó que por las condiciones en que sucedieron los hechos lo condenó a 6 años de prisión y ordenó su captura.