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Jennifer era una bebé y Ángela solo una niña cuando ocurrió la tragedia, aquel noviembre de 1985. Fueron adoptadas, pero nunca renunciaron a conocer sus raíces.
“Gracias a ella, que puso una noticia en un periódico, fue que la encontré”, dice Jenifer de la Rosa señalando a su hermana Ángela.
Y continúa: “Viaje a Manizales y allá me dieron unos papeles donde decía el nombre de mi mamá”, María Dorian Tapasco.
Con el nombre de su mamá y, a través de la fundación Armando Armero, ambas fueron contactadas para una toma de ADN que salió positiva: eran hermanas.
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Jenifer, con 34 años, y Ángela, con 35, llevan dos vidas diferentes: la primera es periodista en España y trabaja en un documental sobre la tragedia de Armero; mientras que la segunda labora en una empresa de aseo y administra su restaurante.
Ahora solo piensan en buscar a su mamá y saber si está viva. Una tarea que reconocen difícil, pero la cual saben que será más fácil de enfrentar si lo hacen juntas.
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