La vida de Fernando Quintero, patrullero de la Policía Nacional de 39 años, cambió de manera inesperada durante unas vacaciones cuando un dolor de cabeza insoportable lo llevó a una urgencia médica que cambiaría su destino. Le diagnosticaron un tumor cerebral y tuvo que replantearse muchos aspectos de su vida.
Entre otras cosas, tenía pendiente casarse con la mujer que lo ha acompañado a lo largo de 15 años de amor y lucha. “Que le digan a uno que ya no se puede hacer nada es duro y frustrante”, reconoce su esposa, Ana Olano.
Después de más de 15 años de servicio en la Policía, en los que siempre fue un protector de los demás, nunca imaginó que sería él quien terminaría recibiendo ayuda. Su último destino laboral fue el Hospital de la Policía, donde salvó muchas vidas sin saber que sería atendido en ese mismo lugar por la grave enfermedad que hoy enfrenta.
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Así fue la boda
Para cumplir su sueño y el de su pareja, en una ceremonia llena de emociones, rodeado de compañeros de armas y superiores, el patrullero se casó con la mujer que ha sido su escudera de batallas.
Con su traje número tres de gala y en silla de ruedas, Fernando Quintero llegó al altar demostrando que el amor es capaz de desafiar las adversidades más duras.
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“Primero, agradeciendo a Dios por permitirnos llegar este gran día a cumplir nuestros sueños. Muchas gracias por acompañarnos en este proceso, darnos la moral para hacer cumplir este sueño que se nos estaba escapando”, dijo emocionado el patrullero tras la boda.
A pesar de la difícil situación que está pasando, Fernando Quintero sigue creyendo en la esperanza y posibilidad de una salida. Con la fe puesta en Dios, afirma que no se rendirá.
“Por más difícil que sea la situación siempre hay una esperanza y uno siempre tiene que estar agarrado con el de arriba. (Pensar) que hay una salida, que tiene uno que buscar para salir adelante”, enfatizó.
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Es una celebración de amor, sino también un testimonio de amor, resistencia, fe y esperanza en medio de las circunstancias más desafiantes.
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