Yailen Insua
es una periodista que por críticas al sistema salió de La Habana hace 10 meses. Ella y su pareja cubana, Boris, vivió todo un viacrucis para llegar a EE. UU. La estafaron y, además, le negaron el asilo político.
En Colombia estuvieron más de 6 meses y cuando por tercera vez les negaron el asilo político huyeron por el Golfo de Urabá hacia Panamá y Centroamérica. A finales de noviembre llegaron a México y, según la reportera, esa fue “la peor parte de la travesía”.
“Policía corrupta, secuestros, estafas. Prefiero pasar tres veces el Darién antes que volver a pasar México”, aseguró la mujer.
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La pareja cubana cuenta que allí “conocimos a una persona que supuestamente nos iba a cruzar la mayor parte de México, ese hombre nos cobra 1.500 por cada uno para brincarnos hasta Oaxaca y de allí a Puebla; cuando llegamos a Puebla, a la casa de seguridad, donde ahí se cambia para seguir a Monterrey, nos damos cuenta de que los demás migrantes salían y el grupo mío de siete personas no se movía y cuando empezamos a averiguar qué es lo que está pasando, el compañero que está a cargo de esa casa de seguridad nos dice ‘de ustedes no se ha depositado ningún dinero, parece que el guía de ustedes los estafó’”.
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“Allí en Puebla nos pidieron 1.100 a cada uno para dejarnos en Monterrey”, añadió.
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Luego, cuenta la pareja cubana, “apareció una persona que supuestamente nos iba a cruzar por Reinosa, nos cobró 750 por cada uno y esa persona desapareció”, es decir, los volvieron a estafar.
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Pero luego apareció “otro señor que nos dice ‘yo los cruzo, igual 750 dólares, pero los voy a cruzar por Piedras Negras. Este señor sí es un señor de palabra, no nos pidió depósito por adelantado, la primera persona en México que no nos pide, y nos cruzaron por una casa de seguridad y nos pasaron por Piedras Negras alrededor de las dos de la mañana”, indicó Yailen.
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Para ella, entrar al río fue terrible: “Puse un pie, pensé que la sangre se me congelaba. Con nosotros iba un señor de 75 años con la hija, aquello fue muy triste porque el señor se cayó en el río y empezó a padecer de hipotermia, pero lo más curioso es que cuando cruzamos hacia los Estados Unidos, no aparecía la patrulla fronteriza”.
“Caminamos 2 kilómetros, hasta el kilómetro 277, y allí se me ocurre llamar al 911”, relató la pareja cubana, que ahora está en Jacksonville, en Estados Unidos.
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La periodista reconoció que "ningún cubano que está en los Estados Unidos está feliz. No puede estar feliz cuando no sabe qué comió su familia, cuando sabe que el futuro de su familia es incierto".