Su tatarabuelo y Negro José fueron quienes capturaron al comandante del Ejército español, que, en su huida, intentó sobornarlos sin éxito.
Aunque Simón Bolívar les dio como misión inicial cuidar los caballos por su corta edad, los niños encontraron oculto entre las piedras al oficial José María Barreiro.
Cuentan los historiadores que Pedro Pascasio, armado con una lanza, arremetió contra el comandante español que, al verse perdido, intentó sobornarlos con una faja de onzas que tenía al cinto.
Pero pudo más el orgullo patrio y la honestidad: Barreiro fue capturado y llevado ante el Libertador.
Su tataranieto fue bautizado como él, dice, “para que siempre se acuerden del niño héroe de la Batalla del Puente de Boyacá”.
Tras la gesta libertadora, Pedro Pascasio se hizo hombre y volvió a su pueblo natal a vivir de la agricultura, como cualquier campesino.
Nunca le entregaron los 100 pesos que ordenó el Libertador.
Muchos años después, ya en su vejez, el Gobierno se acordó de él y le reconoció una pensión, pero ya era muy tarde.
“El cobro implicaba un viaje a Bogotá a caballo, vaya, cobre, devuélvase”, una maratónica jornada que su cuerpo de 72 años ya no soportaba, relata su tataranieto.
“Y ya en su muerte, que se da en 1885, él está en un estado de pobreza, de abandono, porque él ya no tiene recursos ni salud para trabajar. Muere en la casa de una de las hijas, prácticamente abandonado, y su memoria desaparece de la historia”, lamentó el Pascasio de hoy.