Como una posible solución para la violencia que azota los escenarios del fútbol colombiano en los últimos días, la Dimayor le solicitó al Gobierno nacional volver a instalar las vallas que separaban la cancha de juego con las tribunas. Estas rejas fueron retiradas en 2011 por motivo del Mundial sub-20 que se celebró ese año en el país.
De acuerdo con el sociólogo e investigador en temas de barras Alejandro Villanueva, esta propuesta sería inviable y anacrónica para este tiempo, teniendo en cuenta las razones históricas que impulsaron la decisión de retirarlas, más allá del mundial.
Uno de los principales motivos que argumenta es que en un proceso de evacuación que deba realizarse con urgencia, el lugar más seguro puede ser la grama y poner estos elementos que obstaculicen el paso podrían representar un peligro.
Por otro lado, asegura que es gracias a los procesos de desarrollo de la hinchada y las mejoras en su convivencia lo que permite que los partidos se puedan disfrutan abiertamente. En este sentido, volver a las medidas restrictivas podría implicar realizar un salto hacia atrás en todo lo que se ha logrado hasta el momento.
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El sociólogo e investigador Alirio Amaya, señala que la forma más viable para frenar la violencia en el fútbol colombiano es hacer valer lo que está consignado en el Plan Decenal de Fútbol que se encuentra vigente hasta 2024. Aquellos que incumplan las normas pactadas deben recibir las sanciones pertinentes.
En este mismo sentido, propone que debe hacerse un análisis detallado del plan para evaluar los aspectos que están fallando y las oportunidades de mejora para actualizarlo y tomar nuevas decisiones: “La idea no es retroceder. No podemos olvidar lo que se ha hecho”.
Amaya coincide en la inviabilidad de poner vallas en los estadios ya que, según él, el evento no cambia según el organizador y si ya quedó demostrado que se puede vivir un fútbol en paz, se deben garantizar estos espacios deportivos tal cual como están. Poner vallas podría significar una tragedia en caso de emergencia.
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En cuanto al plan decenal, Villanueva comenta que esta política pública ha sido abandonada y es por esto que está fallando su efectividad. Adicionalmente menciona que se ha evidenciado un distanciamiento entre las diferentes organizaciones deportivas y los demás actores relacionados con el fútbol, como los jugadores y la hinchada.
Por otro lado, asegura que una de las cosas que más generó malestar en la hinchada fue el proceso fallido de carnetización, ya que en ningún momento se les cumplió lo prometido y perdieron el dinero invertido en este documento que, se supone, los identificaría como barristas.
Frente a esto, Amaya advierte que un proceso de carnetización puede ser irrelevante ya que con el documento de identidad se podría facilitar el ingreso al estadio y la compra de boletas. Para esto menciona que la estrategia que debería implementarse sería la de instalar un lector de cédula y que en el documento se puedan cargar las boletas y las sanciones de los hinchas para permitir o no su ingreso.
Asimismo, desde una visión de desarrollo social, apunta que una forma de fortalecer la cultura del fútbol es ofrecer alternativas laborales a los jóvenes pertenecientes de las barras que, en su mayoría, se encuentran buscando trabajo y no encuentran posibilidades.
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“El fútbol también son sus aficionados. No hay nada más triste que los partidos sin sus hinchas”, puntualiza.