La frase que más se repite en la capital paisa entre el 7 de diciembre y el 9 de enero es: “¿Ya fuiste a ver los alumbrados?”.
Este es un recorrido casi sagrado para los habitantes de esta ciudad desde 1967, cuando decoraron por primera vez con luces el edificio de las Empresas Públicas de Medellín, en el centro, y un poco más allá la torre que simbolizaba la capacidad energética de la ciudad.
Luego colgaron las luces de los árboles de la Avenida La Playa, la más concurrida de la época. Fue así como se convirtió en una playa sin arena pero con muchas luces, y en el punto de encuentro del inicio de cada diciembre.
El primer gran alumbrado en Medellín tuvo 80 mil bombillas, todas ellas del mismo color.
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Dos años después ya iban por las 100 mil, dispuestas en el centro y en los edificios administrativos.
El día que iluminaron de colores la fuente del Parque de Bolívar fue inolvidable para muchos. La fiesta fue creciendo y con el color llegaron las formas cada vez más especializadas.
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En 1992 el apagón energético del país estaba dañando la fiesta y se inventaron los adornos de papel metalizado, con figuras que sin necesidad de energía terminaron alumbrando la noche y día.
En los años 90 los alumbrados se metieron literalmente al río Medellín.
Ya entrado el siglo XXI la tradición de ver alumbrados en familia se extendió a los turistas que llegaron por montones.
Hoy, 50 años después, el alumbrado tiene 7 millones de bombillas led, 5.5 toneladas de figuras de papel metalizado, 50 mil figuras elaboradas y 1.130 kilómetros de manguera luminosa.
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