Siempre faltarán tres: en El Comercio están intactos los recuerdos del equipo periodístico asesinado

Colegas y compañeros recogen los pasos de quienes fueron silenciados por la violencia. Saben que seguir trabajando es el mejor homenaje.
Paúl Rivas fue uno de los mejores reporteros gráficos de Ecuador. Antes de viajar a Mataje dejó listo un trabajo de Palma Real, otro punto de la frontera en donde retrató las dificultades de una población agobiada por el narcotráfico.
“Amaba profundamente su profesión, tenía mucho respeto por su profesión. Siempre buscaba esas historias humanas que nos conmovían a todos", cuenta Edison Velasco, editor gráfico de El Comercio.
Efraín Segarra, conductor del diario, era el papá de todos. Cegarrita, como cariñosamente le decían, era un hombre muy afectuoso, un reportero más que siempre estaba pendiente de su equipo.
En el puesto de Javier Ortega hoy están los mensajes de sus compañeros que se quedaron esperándolo. También, su taza de café del Barca, su equipo del alma.
"Era uno de los chicos más entusiastas de esta redacción, cuando lo llamabas siempre venia corriendo, nunca te decía que no a nada, siempre estaba dispuesto a hacer todo por este trabajo", afirma Mónica Mendoza, macroeditora de El Comercio.
En esta redacción, y en los corazones de los periodistas de El Comercio, siempre estarán ellos, a quienes silenciaron, pero sin duda dejaron un eterno legado para el periodismo ecuatoriano.
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