Por las calles de Ciudadela Sucre y otros barrios del municipio cundinamarqués se pasearon los reclutadores que engañaron a decenas de jóvenes, los sacaron de sus casas y los presentaron luego como falsos positivos.
Las más recientes actuaciones de la JEP con respecto a estos homicidios les dieron esperanza a las familias de las víctimas, que desde hace años vienen pidiendo justicia en los tribunales por los crímenes cometidos por exmilitares.
La madre de uno de esos jóvenes asesinados afirma que los uniformados “lo hicieron pasar por guerrillero, supuestamente ellos hubo combate, donde ni siquiera hubo un solo tiro”.
Por eso ahora, tras las cifras reveladas por la JEP, que habla de 6.402 casos de falsos positivos, les dice a los que le arrebataron la felicidad “que si son tan hombres y tan correctos como dicen ser, que nos den la cara y nos digan por qué nos mataron nuestros hijos, por qué los mataron, mi hijo qué les hizo a ellos o yo qué les he hecho a ellos para que cobardemente le quitaran la vida”.
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Y en las calles de Soacha muchos aún sienten temor porque dicen que los reclutadores andan al acecho, por eso bajo el anonimato comentan: “imagínese uno bien llevado como para ponerse a ganar problemas con una persona de esas, uno no se pone a indagar mucho tampoco. Eso es mejor hacer como que uno no ve, ni oye, ni escucha”.
Pero pese al miedo, las madres de las víctimas siguen buscando la verdad.
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Delmira Gómez es madre de Luis Enrique Devia Gómez, un joven que desapareció en Aguachica, Cesar, el 14 de junio de 2008 y que 24 horas más tarde fue reportado como muerto en combate con el Ejército en el municipio de Abrego, Norte de Santander.
Ella afirma que no ha dejado de luchar por saber qué pasó, "el caso está en los juzgados, pero no nos dan respuesta ninguna y ahora con lo de la JEP pues tenemos la esperanza de que ellos se van a acoger a la JEP y van a hablar, pero hasta ahora no hemos sabido nada".
Para Delmira lo más doloroso es que su hijo “desde los 10 meses sufría ataques de epilepsia y él tenía la mentalidad como de un niño”, por eso no logra comprender que en las noticias dijeran “que habían dado de baja un presunto guerrillero en combate, cuando dan el nombre era el nombre de mi hijo. ¿A qué horas él iba a combatir, si se lo llevan a las 4:30 de la tarde y a las 8:30 ya había muerto en combate? (…) Y en el pantalón, él era gordito, le metieron una granada”.
Otras familias viven la angustia de ni siquiera haber recuperado el cuerpo de sus seres queridos.
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María Serna le ruega al alcalde de El Copey, Cesar, que no destruya el campo donde probablemente está su hijo, al que busca hace 13 años.
“Primero saquemos los cuerpos que están allí en ese sitio”, le suplica.
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Cielo Patricia Sánchez es otra madre que quiere saber la verdad y recorre desconsolada un parque de Bucaramanga donde vieron por última vez a su hijo Rafael, de 18 años.
Ella sostiene que al joven “lo asesinó el Ejército de Colombia y lo asesinaron junto con dos muchachos más en Hacarí y lo hicieron pasar de guerrillero muerto en combate. Mi hijo no era ningún guerrillero”.
Otras noticias de falsos positivos:
Agrega que el trino del comandante del Ejército, general Eduardo Zapateiro, en el que decía: “no nos dejaremos vencer por más víboras venenosas y perversas que quieran atacarnos”, iba dirigido “para nosotras las víctimas”.
“Ellos no nos quieren y lo único que nosotras estamos haciendo es clamando justicia y ayudando a limpiar el Ejército de Colombia”, subrayó.
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