El 6 de junio de 1994 las comunidades aledañas a los ríos Páez y San Vicente disfrutaban del descanso particular que brinda un lunes festivo. La calma duraría hasta las 3:47 p.m., cuando un terremoto
de magnitud de 6.8 azotó las tierras del Cauca.
El Servicio Geológico Colombiano rememoró el fenómeno natural que con una intensidad máxima de 8 causó un daño severo en la zona. Su topografía, la deforestación y la temporada de lluvias formaron el escenario ideal para que deslizamientos y avalanchas arrebataran más de 1.000 vidas y desplazaran a 1.600 familias.
Adriana Agudelo, funcionaria del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Popayán, recordó que al llegar al lugar no pudo contener las lágrimas: “Fue muy impactante ver toda la zona epicentral afectada por deslizamientos. Todas las montañas estaban completamente peladas, sin capa vegetal. Las poblaciones estaban tapadas, sin puentes y sin vías”.
Hace 29 años en Páez (Cauca), ocurrió un sismo que marcó la historia de este municipio.
— Servicio Geológico Colombiano (@sgcol) June 6, 2023
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Los informes oficiales reportaron que más de 20 municipios tuvieron daños en la infraestructura, entre los cuales se encontraron agrietamientos, colapsos en viviendas, escuelas, edificios e iglesias en Toribío, Jambaló, Inzá, Totoró y Santander de Quilichao.
Además de las pérdidas humanas y estructurales, el fenómeno también dejó su huella en la tierra. Se calcula que más o menos 40.000 hectáreas sufrieron afectaciones por el sismo y posteriores deslizamientos, especialmente en las inmediaciones del Nevado del Huila, uno de los glaciares más grandes del país.
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Agudelo recuerda que desde el pueblo indígena nasa, el cual habitaba en mayor parte de la zona, se determinó que “todo se debió a la forma en la que los habitantes de la zona se estaban relacionando con la madre Tierra”.
Hoy, casi 3 décadas después de la tragedia, el pueblo de Páez no olvida a los que los auxiliaron en el siniestro. Desde la alcaldía se llevó una ofrenda floral a los monumentos a los socorristas y se realizó una eucaristía conmemorativa.
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Las lecciones derivadas de este y otros eventos naturales como el terremoto de Popayán y la tragedia de Armero también permitieron mejorar las instituciones y organismos de gestión del riesgo.
Jaime Raigosa, líder del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Popayán, declaró que “como resultado de lo que pasó en Páez, se reforzó el monitoreo del volcán Nevado del Huila y posteriormente se instaló una red de monitoreo de flujos de lodo”.
Así mismo, señaló que el trabajo con las comunidades permitió conocerlas a profundidad y construir un plan de acción para emergencias que disminuya al máximo posible los riesgos.
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